Por Flor Aydeé Rodríguez Campos
Con frecuencia escuchamos la frase “las niñas y los niños son el futuro de México” y yo difiero: las niñas y los niños son el presente, no solo de nuestro país sino del mundo. Hace algunos días concluyó la Cumbre para el Futuro en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York, un evento que reúne a los dirigentes mundiales para construir un nuevo pacto internacional con la intención de mejorar el presente y salvaguardar el futuro. Los objetivos de esta cumbre son: acelerar los esfuerzos para cumplir con los compromisos internacionales ya existentes y adoptar medidas concretas para responder a los nuevos desafíos. Estos acuerdos son plasmados en un documento, el “Pacto para el Futuro”.
Sin embargo, estos líderes y dirigentes no han tomado en cuenta a las personas que tienen más importancia en el futuro, es decir, a las niñas, las mujeres y los jóvenes. Las niñas merecen un futuro que les garantice seguridad, respeto a su dignidad y el simple derecho de “ser niñas”. Ante esta indiferencia, mientras en el salón de sesiones de la Asamblea General se tomaban medidas, acuerdos y decisiones, afuera de la ONU, niñas de distintos países se manifestaron y crearon el movimiento “What girls want” para exigir ser escuchadas y plantear a estos tomadores de decisiones las verdaderas necesidades y realidades de las niñas en el mundo. No olvidemos que siguen existiendo violaciones a los derechos de las niñas disfrazadas de “costumbres” para casarlas, venderlas o explotarlas, sin olvidar a aquellas que viven las consecuencias de los conflictos armados.
Este movimiento está conformado por más de 20 organizaciones sin fines de lucro, instituciones y redes centradas en las niñas que luchan por un cambio en todo el mundo. El movimiento recopiló ideas, datos e historias de más de 20 entrevistas documentadas públicamente con niñas y mujeres jóvenes durante los últimos 10 años, todas ellas unidas por un deseo en común: visibilizar y atender las demandas de las niñas, pues habitualmente son ignoradas, justificando esta indiferencia en que “son solo niñas”.
A pesar de este prejuicio, decidieron elaborar un documento dirigido a los líderes mundiales con 12 exigencias basadas en las vivencias y necesidades reales de las niñas del mundo. Estas exigencias son: poner fin a la desigualdad y la discriminación, invertir en políticas con perspectiva de género, financiar el trabajo y el activismo de las niñas, legislar los derechos de las niñas, garantizar el poder de decisión y participación de las niñas, fortalecer la responsabilidad por parte de los gobiernos e instituciones, combatir el cambio climático con prácticas sostenibles, garantizar la justicia reproductiva y de decisión sobre sus cuerpos, garantizar educación plena y de calidad para todas las personas, construir sociedades pacíficas, liberarse de toda violencia y, por último, justicia económica.
No existe futuro sin niñas y no debemos seguir creando políticas ni legislando sin escucharlas. Seguimos siendo una sociedad adultocentrista que infiere la superioridad de las personas adultas, acción que es considerada una forma de violencia infantil. Erradiquemos esa idea con la que crecimos y que reforzamos conforme nos relacionamos: tomar a los adultos como ese modelo incuestionable a seguir para las infancias. Y aunque las niñas y los niños tienen derechos, estos han sido puestos en la mesa para ser discutidos y aprobados sin que se tome en cuenta el punto de vista de las infancias.
Celebro que actualmente los gobiernos, sobre todo municipales, garanticen la participación de las infancias, ya sea en parlamentos, consejos consultivos, como regidoras y regidores infantiles y que incluso en México exista un municipio que sea la Ciudad de las niñas y los niños, Zapopan. Como activista feminista me enorgullece saber que las nuevas generaciones de niñas saben que luchar como niñas no es sinónimo de debilidad, sino de hacerlo con fuerza y valentía. Nunca más volverán a tener la comodidad de nuestro silencio.
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.
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