Por Frida Mendoza
Desde que tengo memoria, una de las cosas que más me molesta de las campañas electorales -porque la verdad sí tengo una larga lista- es ver tanta propaganda en las calles.
Un mes antes de que se llevaran a cabo las elecciones del pasado 2 de junio fui a ver la exposición del Voto en México en el Museo del Objeto del Objeto en la colonia Roma, en la Ciudad de México. Me gustó mucho por lo didáctica que era, la cantidad de información tan bien procesada y sobre todo, los elementos recopilados para ilustrar cada sexenio desde que en nuestro país se elige a los presidentes.
Sí, además de ver reimpresiones de portadas históricas de periódicos con el triunfo de Francisco I. Madero, la primera vez que votaron las mujeres, la derrota del PRI y otros momentos históricos contemporáneos, en la exposición había una cantidad gigantesca de encendedores, plumas, gorras, tortilleros, camisetas, ceniceros, botellas de agua, mochilas, bolsas, paraguas y una infinidad de mercancía con el nombre del candidato en cuestión, desde Porfirio Díaz hasta Claudia Sheinbaum.
Fue muy curioso ver como piezas de museo esa tradición de la que todxs tenemos memoria sin importar de qué rincón del país seamos: la propaganda electoral y su basura siguen contra todo.
Después de aquella exposición una duda me abrumó: ¿los partidos políticos de verdad sabrán la cantidad de basura que generan?
Por ello me di a la tarea de solicitar vía transparencia a los partidos políticos de la Ciudad de México la cantidad de pendones, carteles y lonas que imprimieron durante esta campaña. Los resultados fueron, lamentablemente, esperados pues las evasivas y cifras vagas reinaron en sus respuestas que rayaban en lo que más tarde me dirían en Greenpeace: “una declaración vacía de buenas intenciones”.
Por ejemplo, en Morena me respondieron que no tenían la obligación de generar una respuesta ad hoc para mi solicitud. Esa respuesta, la más común para quienes hacemos solicitudes de información en la Plataforma Nacional de Transparencia, fue desesperante pero al mismo tiempo dejaba muy claro que no tenían idea de cuánta propaganda impresa quedó desperdigada en postes, calles y basureros de la capital.
El PAN, por su parte, mencionó que fueron impresos 30 mil pendones y 30 mil pósters para la campaña pero no desagregó cuántos fueron para cada candidatura, aseguró que todo había sido retirado de las calles. En la realidad es que sí, la mayoría de sus pendones ya no se observan en las calles, pero los postes siguen tapizados con sus rostros.
Mi duda, sé, fue la de muchos puesto que al momento de publicar este reportaje en Emeequis, el Instituto Electoral de la Ciudad de México respondió a medios como Reforma y Expansión que, al corte del 29 de junio, se habían retirado ya 48 toneladas de basura electoral de seis alcaldías. Sin embargo es impresionante cómo ésto pasa elección tras elección y pareciera que no habrá ningún cambio.
Si somos sinceros: ¿la cantidad de pendones y pósters de verdad impacta en las preferencias electorales? ¿Acaso no nos demuestra que las campañas son una batalla encarnizada y frívola de quién muestra más los rostros de sus candidatxs? ¿No nos da una señal de lo poco que les importa el medio ambiente?
Aunque no podemos tener una respuesta sincera a estas preguntas, en Greenpeace me decían que la actitud de los partidos es una forma de darle la espalda a la crisis de plásticos que vivimos actualmente.
Investigar y preguntar me dejó una certeza amarga: no hay certeza sobre el destino de todos esos pendones, carteles y lonas, tampoco de si el plástico con el que fueron hechos es biodegradable y menos si cumplirán con algún plan de reciclaje. Todo esto no irá a un museo pero si la tendencia sigue así, formará parte del registro histórico de cómo cada vez más se daña el planeta.
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.
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