Por Frida Mendoza

En los últimos días (¿o semanas? ¿meses? ¿años?), la velocidad con la que una noticia es rebasada por otra es impresionante, tanto así que en ese mar de noticias son pocas las que después podemos analizar más a detalle. Pero como la persona aferrada que soy, pienso que hablar de nuestros legisladores debe ser un tema que no hay que dejar de lado nunca -porque sí, al momento que escribo esto, la agitación por el papel de lxs diputadxs y senadores en la aprobación de la Reforma Judicial ya pasó-.

Hace apenas unos días publiqué en EMEEQUIS una nota para revisar las declaraciones del diputado tamaulipeco Marte Alejandro Ruiz y del que incluso Mariana Conde publicó una columna aquí mismo en Opinión 51 por lo que seré breve: este diputado señaló que “debería ser calificado como microviolencia de género que una mujer no le prepare el lonche a su pareja o que se niegue a tener relaciones sexuales con su esposo”... 

Así es, el diputado Marte cuestionó la autonomía sexual e incluso, aunque no fuera explícitamente infirió que las mujeres deben de acceder a tener relaciones sexuales siempre que el hombre quiera, y por lo tanto ellas serían las violentadas para “no ejercer microviolencias contra su pareja”. Y aquí dejo un dato: en Tamaulipas, del 1 de enero de 2018 al 31 de julio de 2024 se han abierto 8 mil 015 carpetas de investigación por los delitos de abuso sexual y violación. De estas, 771 fueron en el primer semestre de este 2024.

Y así como en su columna Mariana citó algunos comentarios de los hombres que apoyaron esta ocurrencia -y otras más, porque desde que rindió protesta como diputado suplente, Marte Alejandro ha hablado mucho de la violencia de género… que ejercen las mujeres a los hombres-, en EMEEQUIS cuando fue publicada mi nota también hubo comentarios similares. 

Ahora bien, quisiera dejar claro algo: los hombres también pueden ser víctimas de violencia, pero no los ejemplos que el diputado de Tamaulipas cita, sino casos igual de graves como lesiones, amenazas, abuso sexual y homicidios. Y si bien, estos casos son ínfimamente menores a la incidencia que hay en contra de mujeres actualmente en nuestro país, la violencia hacia hombres no debe de usarse a modo para justificar nuevas agresiones o comentarios misóginos hacia mujeres y generar un ciclo constante de violencia. 

Para esa nota también entrevisté a activistas de Tamaulipas que me comentaron su indignación y frustración por este tema, por la ligereza con la que fue tratado por la autoridad, la nula atención al caso pues no hubo ninguna sanción más allá de la amonestación enviada por el INE, así como la reacción de lxs medios. ¿Por qué todo debe ser reactivo?

Vaya, sí fue una buena señal que a nivel general hubiera rechazo a estas declaraciones, me queda la duda sobre las deudas en casos así. En primer lugar, claramente, está la deuda que tienen lxs legisladores con la ciudadanía: ¿de verdad representan al pueblo? ¿De verdad reciben a sus representadxs? ¿Después de la campaña legislan y envían las iniciativas de las que tanto hablaron? ¿Por qué de pronto aplauden a personajes que tanto repudiaron en el pasado? ¿Por qué un escaño para una diputación local/federal o senaduría más allá de ser un puesto importante para un país significa blindaje? ¿Por qué algunas dicen trabajar en favor del pueblo y dejan en la congeladora iniciativas relevantes?

Así como escuchar a Marte Alejandro me dio mucho coraje, lo mismo sentí al ver a Yunes padre -acusado de pederastia desde hace años- escoltado por Salgado Macedonio -acusado de violación hace ya un par de años-. ¿Qué transformación es esa? ¿De verdad “es tiempo de mujeres”?

Me queda claro que el sistema patriarcal y su pacto siguen más que vivos y consagran hasta al más innombrable si de pronto cambia de partido. Para muestra ellos, hombres en la política con discursos misóginos y de odio o con un historial violento.

La segunda deuda es del otro poder que tenemos: los medios. Pienso en los reporteros que tomaron los dichos del diputado Marte Alejandro y no lo cuestionaron o lo tomaron a broma. 

Pienso también en aquellas notas que solo alimentaron a esa ola de comentarios que lo respaldaron pues estaban -en el mejor de los casos- rebasadxs para poder dar un mayor seguimiento. ¿Qué tendría que cambiar para dar un contenido respetuoso a los derechos humanos y con perspectiva de género? 

Ya no podemos trivializar la declaracionitis de toda persona que tiene un escaño en una cámara local o federal, nos guste o no, ellxs son quienes nos representan y exigirles no es solo una opción.

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