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Por Frida Mendoza

Uno de los ejercicios más difíciles y complejos, siento, es pensar de forma humanitaria cuando de una persona agresora se trata por eso cuando empecé a escribir esta columna me detuve muchas veces a pensarlo.

En los últimos días, varias noticias relacionadas con menores han ocurrido, cada una igual de dolorosa que la otra: una joven de 17 años apuñaló a otra joven porque era la nueva pareja de su ex en CDMX; dos chicos que apenas rebasaban la mayoría de edad abandonaron a su bebito recién nacido en el Edomex; y una niña de 13 años, víctima de bullying, fue presuntamente arrojada por las escaleras de su secundaria.

Todos los casos son sumamente dolorosos, no puedo imaginar lo que es ser cercano a cualquiera de los personajes involucrados, la confusión, la tristeza y el shock de vivir un crimen, porque efectivamente todos son crímenes.

Sin embargo es difícil también ver lo que ocurre en las redes sociales con estos casos y tal como Laura Coronado lo relataba, la revictimización estuvo a la orden del día.

Pero sumado a la revictimización, estuvo una aparente búsqueda de venganza más allá de la petición de justicia. En comentarios que no replicaré, podía observarse cómo las víctimas quedaban a un lado y toda persona que hablara sobre estos casos o pidiera una perspectiva de derechos humanos recibía comentarios negativos.

Tal fue el caso de la abogada Leslie Jiménez en la que en una columna abordó cómo el caso del bebé abandonado en Tultitlán era un reflejo de la falta de educación sexual, acceso al aborto seguro y la burocracia de las fiscalías y en consecuencia, miles de comentarios amedrentándola, amenazándola y pidiendo -casi- la hoguera por los jóvenes se desató en un abrir y cerrar de ojos. ¿Los derechos humanos son sólo cuando convienen?

Y lo mismo pasa con el resto de los casos, si volteamos a cuestionar las causas de por qué está pasando o por qué actúan como actúan los agresores, no significa que estemos avalando los hechos atroces de violencia que las víctimas, también menores, están pasando. Mucho menos que no queramos que hayan consecuencias.

Por eso, en medio de esta reflexión preparé una nota para EMEEQUIS, narrando los hechos pero también cuestionando a especialistas sobre los porqués de esta violencia: ¿qué reflejan? ¿Qué está(mos) fallando?

Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.