Por Frida Mendoza
Cada segundo que pasa, el agua -o su falta- nos acompaña. En nuestro país, cada quien puede tener una historia de ángulos sumamente diversos para abordar el tema y aún así, este 14 de febrero no paré de ver publicaciones en redes donde invitaban a aprovechar todo el amor que se pueda porque la vida como la conocemos -con agua- va a cambiar.
Hace una semana, en mi edificio tuvimos que buscar al plomero porque una de las llaves de los lavaderos de la azotea “tronó” y pasó de gotear a tirar un chorrito de agua. Mi novio y yo sentíamos la presión y buscamos cómo resolver rápido mientras quien se encarga de la administración lo tomó con calma.
Por el diseño de la azotea no había una llave de paso o alguna forma de cerrar la tubería temporalmente. Tapar el lavadero provocaría que se inundara y encharcara muy rápido todo, poner cubetas era otra opción pero se llenaban pronto y al menor descuido los charcos y el desperdicio estaría de nuevo. Fue frustrante.