Por Frida Mendoza
El invencible verano de Liliana lleva tres años estremeciéndonos como libro, pero como historia, Liliana Rivera Garza lleva 34 años haciéndonos falta. Pienso en las muchas personas a mi alrededor que, como yo, conocimos las letras de Cristina Rivera Garza a partir de este libro tan íntimo que te atrapa en una realidad tan dolorosa como lo es el feminicidio.
Cristina Rivera Garza nos obsequió un libro poderoso, necesario y muy doloroso. Hace dos años ya había ganado uno de los premios más importantes de la literatura mexicana y hoy también es reconocida a nivel mundial.
Hace unas horas cuando vi la noticia de que la autora había ganado el premio Pulitzer en la categoría Memoria con este libro, el orgullo y la alegría no se hicieron esperar, la frase “orgullo mexicano” tampoco esperó mucho para llegar a los titulares de las muchas notas que ya cubrieron el suceso.
Sin duda, hay un orgullo inmenso que siento al pensar que Cristina, su generosidad y su impecable trayectoria en la literatura existen. El invencible verano de Liliana es poderosísimo gracias a la gran investigación que existe detrás, el cuidado y el cariño que la autora pone al archivo personal de Liliana, la empatía de las conversaciones que lleva a cabo y el deseo inagotable de darle dignidad y justicia.
Desde lo más profundo de mi persona pienso: “El invencible verano de Liliana es un libro que no debería de existir”, y tal vez por eso la expresión “orgullo mexicano” me duele. Liliana debería de seguir entre nosotrxs, debería de haber terminado su carrera en arquitectura, viajado, hecho su maestría y doctorado y seguir inspirando a sus amigas y todas las personas a su alrededor que con orgullo reconocían: allá va una mujer libre.
Pero por otra parte, me contradigo y agradezco: “qué bueno que El invencible verano de Liliana existe”. La historia nos cuenta la historia de una mujer libre y joven, con sus contrastes, sus días grises, su pasión por la vida, la fiesta, los estudios y sus amistades. Nos cuenta la vida de una mujer, tal como se deben de narrar las historias de las víctimas.
Cristina alzó la voz con su impresionante literatura y Liliana vive ahora en nuestros corazones y al mismo tiempo, es latente el deseo de justicia, de alto a la impunidad, porque los feminicidas no existirían si no supieran que no serán buscados.
El feminicidio de Liliana Rivera Garza ocurrió muchos años antes de que la palabra feminicidio existiera (el 16 de julio de 1990) y se tipificara como delito en nuestro país y, lamentablemente, después de Liliana, muchas más han sido víctimas de este delito.
Cristina Rivera Garza le dio dignidad a Liliana y nos dio un claro ejemplo de lo que es narrar con dignidad una historia de feminicidio, y que ojalá pudiéramos narrar todas las historias así. Pero hoy, eso resulta tan lejano pues tan solo de 2015 a marzo de 2024, el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública reconoce 7 mil 507 víctimas de feminicidio y 23 mil 643 mujeres de homicidio doloso. Es decir, 31 mil 150 vidas de mujeres arrebatadas y reconocidas oficialmente. 31 mil historias que ojalá pudiéramos conocer así.
Aún así, si no podemos conocerlas a fondo, sigamos el consejo de Cristina: "tenemos que verlas a ellas, no a sus asesinos, ellos ya tienen demasiada prensa".
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.
Comments ()