Por Gabriela Sotomayor

Quien me conoce y sabe de mi trayectoria como periodista sabe que he criticado la dictadura venezolana desde la represión y el abuso de la fuerza orquestado por Nicolás Maduro en las manifestaciones pacíficas de 2014. Hoy en día ya nadie se sorprende, los venezolanos han sido sometidos. Venezuela es una dictadura en la que a pesar de que el líder opositor Edmundo González ganó las elecciones a la presidencia, ahora se encuentra como refugiado político en España. A la hora de escribir estas líneas no se sabe a ciencia cierta qué decidirá o qué suerte correrá la líder opositora María Corina Machado. Las actas de las elecciones no han sido mostradas por el chavismo, condición que se estipula en la constitución venezolana. Estados Unidos y otros países han desconocido el triunfo de Maduro. La historia se cuenta y se vuelve a contar sola. La dictadura liderada por Maduro se instala , dos mil manifestantes pacíficos han sido detenidos por el Sebin. No hay escapatoria más que seguirle el camino a 8 millones de venezolanos que se han visto obligados a abandonar el país, de los cuales cien mil han sido reconocidos como refugiados políticos por el gobierno de Pedro Sanchez en España . En Nicaragua el régimen de los Ortega Murillo ha encarcelado a líderes opositores,  muchos de ellos expatriados y despojados de su nacionalidad nicaragüense. 

En México puede pasar lo mismo, es de subrayar que las dictaduras se instalan después de que los gobiernos populistas adquieren el poder favorecidos por el voto legítimo . Una vez que se afianzan en la silla presidencial, empieza a tejerse el mando represivo, autoritario. La división en México es más que obvia, estás con los morenistas o contra ellos. Como diría el clásico, en el país hay de dos sopas y una de ellas ya se acabó. 

Los mexicanos que no salieron a votar tienen una deuda moral con el país, por algo dicen que “los malos gobernantes son elegidos por buenos ciudadanos que no votan”. Otros a pesar de haber acudido a las casillas se mantienen incrédulos con el hecho de que se sigan los pasos del país sudamericano o se repita la historia de los Ortega Murillo en Nicaragua. 

“Estados Unidos jamás permitiría que algo como en Venezuela o Nicaragua pase con su principal socio comercial”, alegan muchos que confiados en la cercanía con la potencia mundial piensan que en México no se corre ningún peligro y que la democracia prevalecerá. 

En estos momentos la independencia de los poderes está en juego. Si el senado aprueba las reformas a la constitución propuestas por el presidente Andrés Manuel López Obrador, quien como Hugo Chávez, hizo cambios fundamentales a la constitución venezolana, la democracia corre peligro.  López Obrador ha traicionado a la ciudadanía con sendas propuestas como cambiar la elección de jueces por votación popular o aniquilar organismos autónomos. 

Si en México se llegara a fincar una dictadura de partido además de la censura a medios de comunicación y el abuso de poder, miles de mexicanos movidos por el miedo o la represión querrán dejar el país, pero las opciones no son muy halagüeñas, huir a Guatemala y Centroamérica o tratar de entrar en EU en donde Washington tiene como principal objetivo detener la migración. Estaría por verse si Washington abriría sus puertas a miles de mexicanos … Además, mientras el gobierno en turno instalado en Palacio Nacional cumpla con detener a miles de migrantes que intenten entrar a EU, la Casa Blanca se hará de la vista gorda con lo que suceda en tierras mexicanas en donde los derechos humanos y la independencia de poderes se hundirán poco a poco. La suerte está echada. Los senadores de oposición tienen una obligación con el país. Son 43 los senadores de oposición que deberán dar su voto, si uno se tambalea y sucumbe a las presiones del gobierno de AMLO y de la presidenta electa Claudia Sheinbaum la democracia mexicana será secuestrada . Es por eso urgente que los senadores tomen conciencia de la deuda histórica que tienen con todos los que han forjado la democracia y la independencia de poderes . Es tiempo de verse en el espejo de la historia aunque no nos guste la imagen que aparece a pesar de las advertencias de activistas, periodistas e intelectuales . 

Verse en el espejo de Caracas y Managua es urgente y necesario . Luego de seis años de gobierno AMLO faltó a su promesas y como despedida deja un país que puede derrumbarse. Dijo que sería fiel a la constitución y es por ello fundamental que con el voto de la oposición la nación se lo demande. Es tiempo de verse en el espejo y quitarse la venda de los ojos.  No hay de otra. 

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