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Por Gabriela Sotomayor

Donald Trump tomará posesión de la presidencia de los Estados Unidos con una de las victorias más grandes en el vecino país del norte. Las cámaras estarán dominadas por republicanos, habrá políticos de derecha y extrema derecha en el gabinete  del multimillonario, el nuevo gobierno meterá reversa en la lucha de los derechos en materia de aborto, identidad sexual y libertades que hasta ahora los norteamericanos daban por hecho. 

Como ya se sabe, al llegar a la presidencia una de sus primeras acciones será la deportación de miles de migrantes irregulares, especialmente los que sufren de alguna enfermedad. Está claro que al rubio de piel naranja le tiene sin cuidado lo que puedan sufrir miles de personas como resultado de sus acciones. Pero lo que es absolutamente incomprensible es que la presidenta de México siga diciendo que tiene “un plan” que implementará en caso del éxodo de miles de migrantes, pero aclara que va a esperar para ver qué hace Trump. ¿En serio?

El recién llegado presidente no está blofeando, eso es lo primero que debería de tener en cuenta Sheinbaum desde hace meses, es más, desde la campaña Trump ha advertido lo que hará en el primer día de su presidencia y la mandataria de México en lugar de ser proactiva y comenzar a actuar para recibir a los migrantes, prefiere esperar para ver si con un golpe de suerte, Trump se compadece y no se pone manos a la obra para deportar a miles de personas. ¿Es optimista la presidenta? O es inocente, incrédula o simplemente no sabe qué hacer a pesar de que tiene planes para todo. Plan México, Plan para Acapulco, Plan para migración, Plan para la mano del muerto…  pero los políticos, especialmente los jefes de Estado no son reconocidos por sus planes sino por sus hechos.

A pesar de lo que diga Sheinbaum, la inseguridad sube como la espuma en el país, la violencia es generalizada en ciertos estados, aumenta el número de homicidios dolosos, feminicidios y el flagelo de las desapariciones forzadas aumenta con total impunidad. Parecería que el país se le escapa de las manos por insistir en darle gusto a su mentor Andrés Manuel López Obrador. Además, a esto se suma su carácter autoritario, su falta de paciencia y su absoluta ausencia de gracia, por más que quiere parecer chica de preparatoria con su cola de caballo, su semblante se ha vuelto más adusto y severo. 

Ya se salió con la suya con la reforma del poder judicial, que viene a demoler el derecho a la justicia de miles de mexicanos, está detrás de la Ley de Supremacía de la Constitución y de la iniciativa del proyecto de ley para regular la actividad de influencers y plataformas digitales propuesta por la diputada morenista Leonor Otegui para cargarse a periodistas como Loret , como López Dóriga o Ciro Gómez Leyva, a comentaristas como Chumel Torres y todos los nombres de periodistas o youtuberos de oposición que le vengan a la memoria. 

Sheinbaum ya no es discreta y muestra sus colores.  Es autoritaria, implacable con la censura, no soporta la crítica, los medios tradicionales están alineados, lo mismo empresarios e incluso miembros de la debilitada oposición.

De risa fue su discurso en Acapulco en donde insinuó que todos los mexicanos debemos unirnos ante los embates de Trump. ¿Esa es su estrategia? ¿Todos contra Trump?  Y además no fue requerida para el magno evento por diversas causas, una de ellas quizá sea su apoyo incondicional a Nicolás Maduro que hace unos días usurpó el poder en Venezuela. 

Además de robarse las elecciones, la ONU en diversos informes ha señalado a Maduro como “responsable de presuntos crímenes de lesa humanidad”. ¿Eso es lo que defiende Sheinbaum?  ¿A un presunto criminal? ¿A un dictador? En cambio, Trump sí invitó a Edmundo González, presidente electo de ese país, ¿así o más claro el mensaje del magnate? 

Igual que Lula de Brasil, Sheinbaum verá el evento por TV desde la comodidad de su hogar. Ha jugado mal las cartas y se aferra a defender lo indefendible. Se perdió de semejante ceremonia y de salir en la foto. El socio comercial más importante de Washington no figura en la lista de invitados, pero sí en la de los países a los que aumentará los aranceles. Nadie quiere ni sugiere que se someta al poder estadounidense, nadie aconseja que se doble ante el tío Sam, no se trata de mostrar debilidad, se trata de tener una estrategia bien diseñada, de tener dignidad y saber representar a un país de 120 millones de personas. Sabemos que Trump llega recargado y con esteroides.  No tiene filtros ni la presión de que lo elijan para otro mandato. Llega a arrasar y con poder de aplanadora, esperamos que Sheinbaum no se le ponga enfrente ni de pechito.  

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