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Por Gabriela Sotomayor

México llega a la COP-27 con la cola entre las patas por el insuficiente trabajo realizado para contribuir a la contención del calentamiento global.  A pesar de que México es el segundo mayor emisor de América Latina, se sabe que el presidente Andrés Manuel López Obrador no es fan de las energías limpias, así lo demuestra su política energética y su ausencia en los foros de las Cumbres de la ONU sobre Cambio Climático. A menos que haya un cambio de jugada, tampoco asistirá a la cita de Sharm el-Sheikh en Egipto.

Puede ser que  López Obrador no se presente a la Cumbre porque le da pena ajena, pues entre sus proyectos más emblemáticos está la construcción del Tren Maya que amenaza con destruir o afectar los ecosistemas de la península de Yucatán y con su refinería de Dos Bocas reta al mundo porque  su apuesta sigue siendo aferrarse al petróleo. Todavía no encuentro una canción de Chico Ché que explique con su ritmo pegajoso el desdén de AMLO por la ciencia.

México se comprometió el año pasado en la COP-26 de Glasgow a ampliar sus objetivos en materia de cambio climático y a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero, pues de acuerdo con un informe de Climate Action Tracker las políticas de AMLO aumentan las emisiones en lugar de reducirlas.

Se espera que el gobierno emprenda esfuerzos adicionales para cumplir los compromisos asumidos en Glasgow y las obligaciones del Acuerdo del Clima de París. Cabe recordar que México en 2020 presentó los mismos compromisos y ambiciones que en 2015 con el Acuerdo de París, lo que levantó la ceja de los líderes mundiales.

El Acuerdo de París es un tratado internacional adoptado por 196 naciones en la COP-21, en diciembre de 2015. Entró en vigor el 4 de noviembre de 2016. Con dicho tratado se vincula a las naciones a reducir el calentamiento mundial a 1.5 grados centígrados, muy por debajo de 2 grados en comparación con los niveles preindustriales.

La comunidad internacional reprocha la falta de trabajo realizado en el país para reducir las emisiones y presiona con la exigencia de que presente una ruta crítica que le permita cumplir con el ligero incremento (de 22% a 30%) en sus Contribuciones Nacionalmente Determinadas (NDC, por sus siglas en inglés).

A fines de octubre, en Sonora, durante el encuentro que sostuvo López Obrador con John Kerry encargado climático de Estados Unidos, la secretaria de Medio Ambiente y Recursos Naturales, María Luisa Albores González, expuso que en las NDC existe el compromiso de nuestro país para reducir el 30% de gases de efecto invernadero para 2030, de manera no condicionada, es decir, con nuestros propios recursos. Entonces surgen dudas porque el presupuesto asignado para el cambio climático en 2021 fue de 0.05%. Que expliquen muy bien ¿cómo lo van a lograr y quién lo va a pagar apá?

Kerry, quien suele creer en las palabras de los gobernantes, dijo después del encuentro con AMLO que Palacio Nacional “hará un importante anuncio’’ sobre los compromisos climáticos del país en la COP-27.  Pues estaremos a la espera de semejante notición, pero no hay elementos que permitan suponer que el gobierno apueste por la generación de electricidad mediante el uso de energías renovables y el Plan Sonora que le presentaron a Kerry, de plano, no alcanza.

¿Será que el presidente planea dar la sorpresa e ir a Egipto para dar a conocer sus compromisos y hacer eco de la apuesta ambiental de Lula da Silva de Brasil quien al parecer asistirá a la cumbre? ¿O más bien sus promesas climáticas son una manera de dorarle la píldora a todos los ambientalistas?

Mientras tanto, el Secretario General de la ONU António Guterres se pronunció este lunes por un pacto histórico entre los países ricos y en desarrollo para combinar capacidades y orientar al mundo hacia la reducción de las emisiones de carbono, la transformación de los sistemas energéticos y evitar la catástrofe climática.

“La humanidad tiene que elegir: cooperar o perecer. Es un Pacto de Solidaridad Climática o un Pacto Suicida Colectivo”, dijo ante más de cien líderes mundiales reunidos para la primera sesión plenaria de la COP-27 y advirtió que el planeta se acerca rápidamente a puntos de inflexión que pueden hacer irreversible el caos ambiental : “Estamos en una autopista hacia el infierno climático con el pie en el acelerador”, alertó.

Hasta ahora, nada qué presumir y nada qué celebrar en el país en materia ambiental. Los temas de energías verdes, limpias y renovables no hablan el idioma del presidente López Obrador, ni le quitan el sueño porque quizá piensa que el futuro no lo alcanzará allá en su rancho de Tabasco. De cualquier forma, esperamos con cierto pesimismo e incredulidad los compromisos de Palacio Nacional en la COP-27. Sobra decir que un mundo nos vigila.

@gsotomayorgva

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