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Por Gabriela Sotomayor

Por primera vez una mujer es presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN). A principios de este año la ministra Norma Lucía Piña fue distinguida con el cargo y por primera vez también, la titular del Poder Judicial tiene sobre sus hombros semejante desafío: declarar inconstitucional el plan B del presidente Andrés Manuel López Obrador y defender la joven democracia mexicana o retroceder en la historia y volver a los tiempos de la dictadura de un partido. El futuro de México depende de una mujer. Las expectativas son grandes, esperemos que ella esté a la altura de las circunstancias.

El domingo, más de 100 mil personas, llenaron el Zócalo y calles aledañas para pedirle a la SCJN que falle en contra de esta iniciativa que viola la Constitución, ya sabemos que para López Obrador la carta magna es letra muerta, por eso es deber y responsabilidad de la ministra Piña revivir aquellos párrafos olvidados en un cajón en Palacio Nacional. Ese domingo memorable mexicanos de todo tipo depositaron cientos de flores a la entrada de la Corte para llamar su atención, no pudieron pasar desapercibidas. Está en su poder poner punto final a este despropósito.

Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.