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Por Heidi Osuna

Los estragos de la guerra en la infancia se vuelven cada día más devastadores, una triste realidad que se refleja en los alarmantes datos. Según los informes de Naciones Unidas, más de 4 mil niños han sido asesinados por los implacables y despiadados bombardeos de Israel contra la población civil con la justificación de que Hamás se esconde bajo los hospitales y entre los miles de niños. Es asombroso cómo esta cifra crece de manera constante, una dolorosa evidencia de la tragedia que persiste.

El lunes pasado, el secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, declaró que el conflicto se ha convertido en un "cementerio de niños". Esta sombría realidad ya era evidente desde hace semanas, como mencioné en mi publicación anterior, y resulta imposible ignorarla. Ningún lugar es seguro, nadie está a salvo y la muerte acecha en cada esquina, ya sea debido a un ataque israelí o a la privación de agua, comida y energía impuesta por Israel a la población civil de Gaza, que lleva a la muerte por inanición y deshidratación.

Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.