Por Heidi Osuna
Los debates políticos son una de las tantas cosas importantes que suceden durante las campañas, pero por sí solos no han cambiado en México el rumbo de una elección. Estos bien podrían compararse con un partido de fútbol. Cuando una persona decide ir a ver un partido al estadio de fútbol, mayoritariamente le va a un equipo, y aunque este pierde por goliza, esa persona no cambiará su preferencia y pensará que su equipo no lo hizo tan mal. Así también pasa con quienes ven los debates. Al igual que los fanáticos leales a un equipo de fútbol, los votantes que ya tienen preferencia por un candidato o candidata mantienen sus preferencias políticas independientemente del resultado del debate, incluso en caso de una derrota.
Por esto, es relevante analizar cómo llegaron las candidatas y el candidato al primer debate. Según la última encuesta que publicamos en Enkoll realizada para “El País” y “W Radio”, a finales de febrero Sheinbaum lideraba con 53% de la preferencia bruta, seguida por Gálvez con 29%, y en tercer lugar, Máynez con 3%. El 15% restante corresponde a indecisos, a quienes los candidatos tuvieron la oportunidad de cautivar con sus propuestas durante el debate.
Los ejercicios de debate que preceden a esta elección han demostrado que no son suficientes para modificar las opiniones arraigadas de los votantes. Aunque cada palabra pronunciada en estos debates tiene el potencial de influir en la percepción, esta influencia no se traduce necesariamente en cambios significativos en los resultados electorales.
Este debate no fue la excepción, así lo dejó ver la encuesta de Enkoll post-debate, también realizada para “El País” y “W Radio”. Según los resultados, 46% de los entrevistados considera que Claudia Sheinbaum ganó el debate, 25% Xóchitl Galvez, 10% Jorge Álvarez Máynez. Mientras que el 15 % dijo estar indeciso y 4% mencionó que ninguno.
Así como en el boxeo, donde el retador está obligado a buscar el nocaut, en este debate, la candidata de la coalición PRI/PAN/PRD, que ocupa el segundo lugar en las encuestas, estaba obligada a arriesgarlo todo si esperaba que este debate cambiará el rumbo de su campaña y generará un impacto significativo en su preferencia electoral. Sin embargo, Claudia solo tenía la tarea de cuidar su ventaja y lo consiguió, al menos eso dicen los números.
No obstante, todo puede suceder. Quedan aún 54 días y dos debates más antes de que las y los mexicanos acudamos a las urnas para elegir a la próxima presidenta o presidente. Hasta entonces, nadie puede afirmar que "este arroz ya se coció".
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.
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