Por Laura Coronado Contreras
Cientos de miles de videos e imágenes sobre botox, estiramientos faciales, rellenos con ácido hialurónico e incluso yoga para la cara, inundan nuestras redes. Tan sólo en Ciudad de México, la derrama económica derivada de los negocios vinculados con “la estética” es cerca de los 3 mil 600 millones de pesos al año. Un giro “muy noble” por lo que podemos encontrar alrededor de 190 mil establecimientos como salones y clínicas de belleza en nuestro país según datos de MarketData México. Ello obviamente refleja el interés de las mexicanas por nuestra imagen y el poder de las redes ya que “de la vista, nace el amor” pero también una sociedad volcada en “verse y sentirse joven”. ¿Existe un problema si enfatizamos más en la estética que en la salud?
“Tienes hijos chicos como para dejarte las canas”. “Conozco a alguien que con un par de sesiones te deja de 20 años”. “Es un arreglito de nada…dices que bajaste de peso o te cortaste el pelo”. “Si te haces el planchado o tatuaje de cejas, te vas a parecer más a tu hija”. Comentarios que recibimos -desde un lugar de cariño y confianza- pero que perpetúan estándares de belleza que muchas veces son inalcanzables. ¿Todas podríamos ser Demi Moore en “La Sustancia”?
La expectativa de vida de las mujeres en México es de 78 años y no tiene nada de superfluo querer vivir de una manera más sana para garantizar una mayor calidad de vida. Tampoco puede criticarse el deseo de sentirnos mejor. Nuestra autopercepción juega un papel fundamental en nuestra seguridad, autoestima y las relaciones profesionales, personales y familiares en las que nos encontramos. Sin embargo, las redes enaltecen imágenes que hacen pensar -a chicas y grandes- que el envejecer es “una enfermedad” y no una etapa de la vida. Por ello, médicos y psicólogos alertan sobre jóvenes que se aplican botox antes de los 20 años.
Según un estudio de la UNIR, casi 40% de las adolescentes encuestadas manifestaron sentirse influenciadas por los cánones de belleza mostrados en las plataformas. Esto ha derivado en un incremento en procedimientos quirúrgicos a nivel global. Incluso, desde 2017, ya se hablaba del fenómeno de la “dismorfia de Snapchat”, que consiste en que cada vez más médicos señalan que sus pacientes acuden solicitando “verse como en sus selfies con filtros”. De ahí que digamos siempre en tono de burla que “nadie es tan feo como en su credencial de elector ni tan guapo como en su perfil de Facebook”. También, desde hace un par de años, se conversa acerca de las “Sephora kids”, niñas que desde los 6 años comienzan a seguir tutoriales de maquillaje en redes y se vuelven compradoras fervientes de dichas tiendas.
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