Por Ana Cruz Manjarrez
El viernes, una de las mejores deportistas de la historia jugó su último partido de tenis después de 27 años de trayectoria. Serena Williams fue eliminada del US Open y no llegó el Grand Slam número 24 con el que habría igualado a Margaret Court en la cima de títulos, pero sí llegó el momento de la despedida ante miles de fanáticos en el estadio y millones a la distancia. Al día siguiente, varios de los diarios de mayor alcance en México la hicieron protagonista de sus portadas.
No sorprende que Serena fuera la noticia, pero es una decisión editorial que rompe el molde. En este país, por cada portada que tiene a una mujer en el centro, hay 12 en las que destaca un hombre. Es decir, estamos acostumbradas a no verlas. No solo eso, sabemos que las mujeres deportistas deben de lograr lo extraordinario para tener el honor de las portadas, aunque para ellos sea suficiente un empate mediocre o una declaración escandalosa.
Es más, a las atletas no les basta una frase contundente para ser noticia porque, de hecho, pocas veces las entrevistan y en ocasiones, hasta omiten sus nombres o vemos desvanecida su identidad deportiva. En resumen: De cada diez notas periodísticas publicadas, menos de una habla sobre mujeres en el deporte o deporte femenil. La invisibilización en los medios suma para justificar el trato desigual que recibimos las mujeres más allá de las páginas de los diarios y las notas en digital.
Los datos son parte del observatorio de medios deportivos que trabajamos en Somos Versus a lo largo de un año, entre noviembre del 2020 y noviembre del 2021. Los resultados evidencian la violencia simbólica de la que, quienes dirigen los medios, no se han hecho responsables durante décadas. Hacen oídos sordos mientras los clics crecen en torno a contenidos que sexualizan a las mujeres, en ocasiones menores de edad, y las cosifican para reducirlas a su vínculo sentimental con un hombre.
Este trabajo de recolección, codificación y análisis de medios se desarrolló en un periodo que, creímos, incrementaría significativamente la presencia de las mujeres porque se atravesaron Juegos Olímpicos y Juegos Paralímpicos en las agendas. Pero no cambió la tendencia. Con indignación hallamos que solo 51 notas de las cerca de 10,000 evaluadas abordaron el deporte adaptado, cuando México tuvo una participación histórica en la justa.
Pocas mujeres aparecen en los medios y cuando lo hacen, no están representadas en su diversidad. Por ejemplo, las mujeres indígenas solo están presentes en el 1% de la conversación deportiva. Un dato que confirma que la única posibilidad de figurar es por un hecho extraordinario al ojo de quien edita, como ganar un maratón con falda y sin equipo.
Los espacios desproporcionados que se otorgan sin cuestionamientos para enaltecer a los deportistas como héroes por valores ajenos a lo deportivo, como la forma en la que ejercen su vida sexual o la violencia que emplean en el terreno de juego, también van en detrimento del reconocimiento de las mujeres en el ámbito y refuerzan estereotipos asociados a la masculinidad.
Una portada para Serena Williams no tapa años de violencia simbólica. Aunque nos hemos topado con resistencias, en Somos Versus estamos seguras de que es posible cambiar la narrativa y el observatorio de medios deportivos es el primer paso para la incidencia, no nada más en las páginas, también al interior de las redacciones, donde hace falta poner acción contra las distintas formas de violencia.
@_anniemals
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