Por Areli Paz Trejo
Tragedia: un dolor común, una tristeza que debe transformarnos.
Un dolor que debe servir para algo. Un veneno que no podemos seguir tragando.
Lo ocurrido en una clínica del IMSS de Quintana Roo nos sacudió a todos, seas o no derechohabiente.
Una niña prensada en un elevador que debía ser un espacio seguro para llevarla a un piso donde le salvaran la vida , eso es una tragedia.
No puedo imaginar el dolor inmenso de esa familia.
No puedo imaginar los segundos de vida de Aitana en los que ella pensaba que sería salvada.
¿Qué pensaba? En sus padres, sus amigos, su vida, sólo imaginarlo duele.
Mucho, no la conocí, no conocí a su familia pero me solidarizo con ese dolor.
No puedo ponerme en sus zapatos, porque la vida no es así de sencilla como una frase hecha.
No puedo pensar en un alivio posible.
No tengo palabras para darle consuelo a esa familia.
No es el elevador.
Es todo lo que ahí llevaba.
Una niña de 6 años con la esperanza de salvarse. Le fallamos.
Un sistema de salud roto.
Un sistema de salud agonizante.
Un sistema con parches, remedos y promesas. Muchas promesas de años.
Un sistema de salud que en cuatro años han venido diciendo que sería como Dinamarca. No, mejor que Dinamarca.
Un sistema de salud integral que no se integra.
La cuatro t ha sido una desgracia para esa familia.
La cuatro t, esa misma que hoy se escuda en pretextos, comunicados, culpas y despidos de mandos medios.
A eso se reduce el dolor.
A comunicados sin sentido, a discursos vacíos y explicaciones inentendibles.
No es el elevador, es todo lo que alrededor se ha construido para decirnos que funciona, que ayuda, que sirve y salva vidas.
¿Si no pueden cuidar un elevador, cómo piensan cuidar de todo un sistema de salud en donde todos los días mexicanos ponemos nuestro último suspiro en sus manos?
Zoé Robledo, titular del IMSS buscará ser gobernador de Chiapas, no perdamos de vista ese detalle para entender su actuar, sus palabras y promesas. Intentará decir que él no es responsable, aunque en el fondo sabemos que él sí lo es. ¿Por qué ? Porque por sus manos pasan las empresas que dan servicio externo a las clínicas del IMSS, por sus manos pasa la vida e historia de todos los que un día usamos un servicio de salud bajo su mando. Qué miedo qué da, qué miedo ser esa niña.
El IMSS ya separó a sus mandos y liberó al camillero.
No es el elevador, es todo lo que esto representa.
Ahí está la tragedia.
Una que no debe olvidarse.
Por Aitana, por su familia y por todos los que tememos usar un servicio del IMSS, unos 77 millones de usuarios que hoy tememos porque no han demostrado lo contrario.
Hay que exigir que estén en prisión los que deben.
No es venganza, es justicia.
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