Por Bárbara González Briseño
En México, el 40% de los egresados universitarios son mujeres, mismas que ingresan a la fuerza laboral con la esperanza de que sus oportunidades de crecimiento profesional a lo largo de su carrera, sean equitativas a aquellas de sus pares hombres. En los primeros años, sabemos que esta esperanza cumple y las mujeres continúan creciendo relativamente a la par de ellos para pronto encontrarse, sin embargo, con el famoso escalón roto, o broken rung en inglés, que las deja incapacitadas para poder escalar al ritmo esperado y observado de aquellos que las rodean. A nivel gerencia, de aquel 40% de mujeres ya sólo quedan 29% y rápidamente decrece a menos de 10% a nivel dirección general. Esto hace que en este país sea 88 veces (sí, ochenta y ocho), más difícil para una mujer llegar al Comité Ejecutivo de una empresa que para un hombre. Y lo dice McKinsey, no lo digo yo.
Entonces, si las probabilidades están en nuestra contra, si vivimos en uno de los países de América con la tasa de participación femenina más baja (menos del 45% vs. 63% de la OCDE), si el 54% de los mexicanos creen que cuando una madre tiene trabajo remunerado los hijos sufren, si 1 de cada 5 considera que es más importante que un hombre tenga una carrera que una mujer, ¿qué esperanza nos queda? ¿Cómo nos paramos todos los días para encontrar la motivación de seguir luchando? Siguiendo y siendo mujeres ejemplo.
Las mujeres ejemplo han marcado mi vida. Tuve la fortuna atípica de crecer con algunas que me enseñaron que podía aspirar a tenerlo todo. Crecí viendo cómo una mujer podía desarrollarse profesionalmente sin tener que abandonarse. Cómo podía presentarse en casa como su mejor versión para después poder ser mamá, si así lo decidía.
Desde aquellos años de mi infancia y adolescencia hasta la última década, he tenido el privilegio de encontrarme con mujeres de distintas generaciones que me han demostrado que aun cuando todos los datos parecieran estar en su contra, han trabajado y luchado para romper el famoso techo de cristal convirtiéndose en el mejor testimonio de que sí se puede.
Hasta no ver no creer, y conocer a estas profesionistas me ha confirmado que, aunque cueste 88 veces, se puede acceder a cumplir aquellos sueños que a ratos parecen inalcanzables sin necesariamente sacrificar las piezas más importantes de mi ser y mi vida. En esos momentos es que entiendo la importancia de la representación, la importancia que para mí ha tenido seguir a estas mujeres ejemplos y ahora la importancia de ser una mujer ejemplo.
Todas y cada una de nosotras tenemos una responsabilidad con aquellas que nos rodean y, especialmente, con las generaciones que vienen. Tenemos que ser ejemplo para esa niña que necesita herramientas que le permitan romper paradigmas, para que esa adolescente se atreva a perseguir una carrera en una industria tradicionalmente dominada por hombres, para que esa señora se arme de valor para reactivar su carrera o vida laboral después de tantos años. Para que se atrevan a exigir igualdad salarial con sus pares hombres y demandar que las políticas de familia sean beneficiosas para lograr un lugar de trabajo más justo para todos.
Nos faltan 100 años para cerrar la brecha. Si queremos acelerar el proceso, nuestro ejemplo y sororidad son las herramientas más poderosas que tenemos en esta lucha. Todas somos responsables de ser mujeres ejemplo, para que ojalá, algún día y sin saberlo, a alguien le podamos cambiar la vida.
“De lo que más me he beneficiado, es de poder trabajar con otras mujeres”.
Claudia Goldin, premio Nobel de Economía 2023
Bárbara González Briseño fue CEO de Bitso México, la plataforma de criptomonedas más grande de LatAm. Junto con el equipo, trabajó en democratizar los servicios financieros para toda la región, creando acceso a sistemas disruptivos construidos en la nueva tecnología. En su rol de CFO, Bárbara jugó un papel estratégico en la historia de capital de la compañía, levantando más de $340 mdd a través de los años y llevando a Bitso a una valuación de $2,250 mdd. Bárbara es una activa vocera en la agenda de Diversidad, Equidad e Inclusión del ecosistema emprendedor y de tecnología en LatAm, haciendo de los temas de diversidad una prioridad para las empresas y un ejemplo para la región. Tiene un MBA de Harvard y es mamá de tres niños.
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.
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