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Por Bárbara Tijerina
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"Nada revela tanto el carácter de una persona como su voz”, Benjamin Disreali ex primer ministro de Reino Unido

Tiempos de elecciones y todos los candidatos tratan de mostrar sus mejores caras, de convencer y de persuadir. Durante 90 días nos bombardean con sus fotos, sus spots, sus grabaciones en los que  varios asesores cuidan todos los detalles para que los elijamos a ellos.

Más del 80% de nuestra comunicación es no verbal. Cuidamos mucho la narrativa en los discursos o en el CV (curriculum vitae) elegimos con cuidado cada palabra, cuando en el encuentro cara a cara decidimos en segundos si consideramos que podemos confiar en esa persona; es la sonrisa, la mirada, las manos, el tono de voz, etcétera, lo que nos hace decidir si podemos establecer una relación con ella o no.

Pocas personas realmente tienen claro cuáles fueron las propuestas concretas de algún candidato, pero al final de un debate las preguntas que surgen son: ¿cómo la viste?  ¿Cómo la escuchaste? 

Segura, nerviosa, comprometida, derrotada. Y todas esas cualidades las vemos en su lenguaje no verbal.

Notamos  en sus manos, en su postura,  en su tono de voz cómo se sienten si están confiadas o no, cual es la emoción detrás de cada gesto.

Buscamos en los debates ver algo más auténtico, algo menos ensayado y practicado, queremos saber de verdad qué los mueve, qué les entusiasma y con qué sí se sienten comprometidos. 

No se necesita ser experto en lenguaje no verbal para darse cuenta cuando lo que dicen y lo que muestran no coincide. Es fácil detectar cuando con las palabras dicen: estoy muy contento y en el cuerpo muestran desgano y decepción. 

En el primer debate CDMX 2024, la puesta en escena fue una gran mesa como la que vemos en varios programas de televisión de análisis político. Ese formato no es muy agradable porque la mesa los tapa, esconden manos y pies bajo la mesa y perdemos información. 

En un inicio me llamó la atención la cantidad de material que traían, en particular Santiago Taboada. Me pareció innecesario ya que eso sólo lo entorpecía. El candidato Salomón Chertorivski demostró que dominaba el tema, en particular el de la salud y la educación. Solo en un instante, sacó unas palomitas para hacer notar como lo estaban dejando como espectador, y se burló de sí mismo. Después se contradijo porque expresó: debemos ser serios.

Clara Brugada, se estaba meciendo en la silla, como lo hace una niña que no puede estar quieta, la serenidad es una cualidad que hoy buscamos en los puestos de liderazgo. No lograba hacer buen contacto visual con la cámara ya que también estaba leyendo. Ojalá hubiera aprovechado su tiempo para hablar de sus proyectos, pero varias veces se escudó en su partido y aduló a la candidata a la presidencia Claudia Sheinbaum, mostrando pleitesía y sumisión. Mientras decía que después de la pandemia, esta ciudad ha crecido mucho, lo hacía con la cabeza baja y sin contacto visual. Se pueden mentir con las palabras, pero con el cuerpo jamás.

Me llama la atención la falta de fuerza y consistencia en la voz de la candidata, esto le da una imagen de debilidad y se vuelve un reto escucharla.

Santiago Taboada mostró conocimiento de los problemas, los proyectos y manejo de los números, el problema es que cuando lee, como lo hizo Clara, bajan la cabeza, se empequeñecen y su voz pierde fuerza y claridad.  Estos dos candidatos gastaron buena parte de sus participaciones en atacarse uno al otro.

El mejor momento de Taboada fue cuando decidió aprovechar cuatro  segundos que le dieron y dando la cara a la cámara dijo:

“No se preocupen ya se van, les vamos a ganar” y lo hizo con una gran sonrisa. Así se contagia la esperanza.

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@bartije

Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.


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