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Por Begoña Sieiro
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Eran casi las 6 am cuando noté que se apagó el ventilador. Inmediatamente después, el cargador del celular empezó a hacer un ruido intermitente así que lo desconecté. Me quedé acostada un momento y escuché un ruido extraño: una montaña deslavándose, una avalancha de piedras, algo que descendía con fuerza. Le dije a mi esposo y dijo: debe ser un transformador. Pero yo sentí que era algo grande. Un extraño resplandor atravesó entre las rendijas de las cortinas. 

Minutos después, llegó el mensaje de un vecino: “Buen día! Hubo una explosion en la subestación eléctrica que está por la UVM. Seguramente no tendremos luz todo el día”. 

Explosión, eso fue lo que oí. Una explosión. Qué afortunada soy al no saberla nombrar, querrá decir que no me había tocado escuchar una. Pensé en la gente que ha vivido en guerra; en los niños que saben identificar el tipo de ruido que genera cada tipo de bomba. Me estremecí de tristeza. 

Deseé que esto no pasara de un apagón.

Empezaron a llover mensajes con fotos, tuits y videos de cómo la subestación de CFE que está pegada a la carretera federal 57 y que da servicio eléctrico a toda la zona norte de la ciudad de Querétaro, se había prendido en llamas y muchos lo habían visto retumbar hasta sus ventanas. El reporte oficial anuncia que fue causado por vandalismo, al intentar robarse unos cables. 

Las calles de Juriquilla estaban desiertas. Parecía domingo. Excepto afuera del nuevo mega-supermercado La Comer, que abrió, casualmente, este mismo día casi a la misma hora.  Todo lo demás se sentía despoblado… con los comercios cerrados, excepto los que tenían planta de luz y los homeofficeros huidos en busca de internet hacia otras zonas de la ciudad. 

Más tarde, en la escuela para padres, hablábamos de la diferencia entre evolución y progreso. Muy ad hoc. Esta adicción (disfrazada de conexión) al internet, a estar permanentemente “en línea”, podría disfrazarse de progreso. Pero si lo analizamos un poco más, ¿no nos parece, más bien, enfermizo? ¿Robótico? ¿Preocupante? Por decir lo menos.

¿Qué habría de pasar si no estuviésemos disponibles todo el tiempo hoy? Si llamáramos al trabajo y avisáramos que no hay luz, que no podremos conectarnos. Si dejáramos el celular olvidado toda la mañana y nos pusiéramos a leer o a tejer o a hornear. A la antigüita. Si dejáramos que los niños jugaran afuera y leyeran libros por unas horas. Y si me apuran… ¿Qué habría de pasar si lo hiciéramos aunque sí hubiese internet?

Tener que obligarnos —arrancándonos como un pequeño de las piernas de su madre el primer día del kinder— a desconectarnos de una pantalla no es progreso ni es evolución: es una distracción de nosotros mismos y una desviación de todo lo importante. Volvamos a tener conversaciones con únicamente las personas sentadas frente a nosotros y de cuerpo presente. 

Las quejas el día de hoy prevalecieron, invocando a todo tipo de seres poderosos a ayudarnos a que regresara la electricidad y con ello el internet. La mayoría no tuvimos tanta suerte, y algunas zonas incluso se quedaron también sin agua. Se habló de locura, de terror, de molestia. Fue incómodo, un día muy incómodo; tener que correr a la colonia siguiente en busca de un contacto e internet; hacer lonches a oscuras o fríos; no poder sacar dinero en el cajero; no poderse bañar; tener comida en el refri que podría echarse a perder. El pan de cada día en muchas comunidades de Latinoamérica.

Pero tener comida. Tener refri. Tener techo y casa y una computadora y celular. 

¿Estamos ya tan ciegos que ya no vemos el privilegio? 

Ninguna de estas “incomodidades” se compara ni es remotamente cercana a las atrocidades de las cuales leemos todos los días. Acapulco. Las guerras. Las cifras aumentan. Y aún así tenemos el descaro de creer que “nos está pasando algo malo”. En vez de levantar los ojos de la pantalla un instante. 

Eso fue el resplandor, la explosión, 12 horas y contando sin electricidad: un llamado a levantar la vista. 

Hoy nos deseo a todos un poco menos de progreso y un poco más de luz que ilumine la empatía y la consciencia. Aún cuando no hay “red”. 

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@begoshl

Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.


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