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En la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) el 24 de junio de 2022 se reconoció y proclamó por primera vez en la historia el Día Internacional de la Mujer en la Diplomacia, a través de la resolución A/76/L.66. Sin duda, es una iniciativa para celebrar y que nos invita a reflexionar sobre su relevancia.

Esta fecha busca reconocer las luchas, el trabajo, el camino recorrido y por recorrer de todas las mujeres en la diplomacia, incluyendo a las que históricamente han abierto camino, a quienes actualmente trabajamos en la diplomacia en cada una de sus áreas, así como a quienes serán las siguientes generaciones de diplomáticas en el mundo.

Esta resolución, en primer lugar, se enfoca en reconocer el rol indispensable de las mujeres y su contribución en los asuntos multilaterales, como la redacción de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

De igual manera, es un buen momento para recordar la gran labor realizada por ellas, por nosotras, en temas como seguridad internacional y negociaciones de paz, la protección de los connacionales en el exterior aun en condiciones de guerra y durante una pandemia, a quienes realizan la promoción económica y atracción de inversiones hacia su país para detonar desarrollo que se refleje en el bienestar de sus nacionales.

Asimismo, a quienes velan por la justicia a través del derecho internacional, a quienes trabajan por alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible, evitar el cambio climático y cuidar de la biodiversidad que existe en nuestro planeta, entre muchas otras áreas.

Recientemente me preguntaron: ¿cuál considera que es la razón para que este año se estableciera la celebración del Día Internacional de la Mujer en la Diplomacia? Mi respuesta fue que estamos viendo la cosecha que muchas mujeres antes de nosotras sembraron para que podamos estar aquí, y ahora nos toca a nosotras seguir abriendo camino.

A modo de recomendación para nuestros lectores, este año se presentó el libro Diplomáticas mexicanas publicado por el Centro de Investigación sobre América Latina y el Caribe de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) bajo la coordinación de Patricia Galeana. Este interesante texto presenta la historia de ilustres diplomáticas como Hermila Galindo, Palma Guillén, Amalia Castillo Ledón, Paula Alegría, María Emilia Téllez, Graciela de la Lama y Rosario Green.

Ellas son claros ejemplos de la transformación de la diplomacia, así como de la legislación en torno a ella, el romper paradigmas y techos de cristal, lograr que sea reconocido el rol de las mujeres en el ámbito bilateral y multilateral, y que cada vez un mayor número de mujeres se incorporen a los servicios exteriores de sus países y hagan de esta carrera su elección profesional.

El que las mujeres trabajemos activamente en las diferentes áreas que conforman la labor diplomática es indispensable para alcanzar los más altos propósitos como los contenidos en la Carta de las Naciones Unidas en su artículo primero: mantener la paz y seguridad internacionales, lograr por medios pacíficos y de conformidad con los principios de la justicia y derecho internacional el arreglo de controversias, fomentar entre las naciones relaciones de amistad, la cooperación internacional en la solución de problemas internacionales tanto económicos, sociales, culturales o humanitarios, así como el respeto a los derechos humanos y a las libertades de todos sin distinción de raza, sexo, idioma o religión.

Cada una de las situaciones que ocurren en el mundo, la definición e implementación de la política exterior, así como la representación de nuestro país de manera bilateral y en los organismos internacionales no puede entenderse sin nosotras. Es por ello que, en honor a quienes estuvieron antes, nos corresponde continuar y seguir abriendo camino.

@BelenLicona

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