Por Carla Miranda
Quien me pregunte cuáles son las preocupaciones de las mujeres brasileñas, mi respuesta será, lamentablemente, una: todas. El machismo estructural al que estamos sometidos presenta su malvada cara en todos los ámbitos, desde la violencia doméstica hasta la violencia política, desde la falta de igualdad en el mercado laboral hasta las diversas formas de abuso sexual. Todo descrito en fríos números.
Un estudio realizado ahora a pedido del Foro Brasileño de Seguridad Pública mostró un empeoramiento en todas las formas de violencia contra la mujer: un tercio de las mujeres brasileñas mayores de 16 años ya han sufrido violencia física y/o sexual por parte de sus parejas o ex parejas a lo largo de su vida.
Cuando se habla de violencia física, las mujeres negras son aún más victimizadas. El último informe del Banco Mundial (Gender Gap Index) ubica a Brasil entre los peores países en términos de igualdad en el mercado laboral (posición 85) e igualdad en la política (posición 104).
Estamos unidas y buscando reaccionar. Tenemos leyes como Maria da Penha, contra la violencia doméstica, para protegernos. Pero la cuestión es que es necesario poder aplicar estas leyes. Y, más, actuar en la educación y en la lucha contra el machismo estructural.
*Carla Miranda es periodista brasileña y editora del newsletter de mujeres Capitu, de Estadão
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