Por Claudia Pérez Atamoros
Ya todo está dicho
El arte es largo, la vida corta.
Descanse en paz Cristina Pacheco.
61 años en el periodismo. Se forjó en la calle. Desgastó suelas como ninguna reportera. Deshojó el lenguaje popular como pocas. Tejió historias, hilvanó anécdotas, bordó un amor eterno, crió y educó a dos hijas. Cosió su corazón al pueblo. Lo dibujó y describió con precisión quirúrgica. Fue cronista, entrevistadora, escritora, madre, esposa, ejemplo y maestra, sin querer queriendo…
Inspiró respeto y admiración. La gratitud y la humildad bordearon su vida, toda y plena. Y nos dejó un mosaico de emociones y enseñanzas plasmadas en sus libros, sus crónicas y sus programas. Su trabajo todo fue multicolor, multifacético y de gran arraigo popular.
En Familia se inició. Se convirtió en La Luz de México.
Para Mirar a lo lejos no vivió. Hizo Periodismo. Oficios de México plasmó.
Escribió Sopita de Fideo, La última noche del tigre y vio El oro del desierto, Con humo en tus ojos.
Lloró en un Cuarto de azotea al ver la Zona de desastre de Los dueños de la noche y tantas Confrontaciones.
Para entender el México real, se subió a La rueda de la fortuna y Al pie de la letra conoció De amores y desamores.
Dio Testimonios y conversaciones en un Mar de historias hechas en El corazón de la noche.
Para vivir aquí ella tuvo que escribir Limpios de todo amor Los trabajos perdidos haciendo un Largo viaje al país de la memoria.
Fue El eterno viajero y El creador frente al público, un público que siempre gozó de La canción del grillo y de La chistera maravillosa que El eucalipto Ponciano y sus Dos pequeños amigos entonaban para su anuncio: Se vende burro
Mientras El sueño de las hormigas era interrumpido por El pájaro de madera que no cesaba de repetir: ni modo ¡Aquí nos tocó vivir!
“...La inminencia de su muerte la preocupaba únicamente en cuanto pudiera afectarnos o liberarnos: “no se desesperen no voy a darles muchas molestias” decía al vernos sufrir por ella.
“Sintiéndose a las puertas de un fin anhelado agregaba: “ya quisiera estar muerta, pero ¿cómo le hago si el corazón no deja de latirme?”
(La última noche del tigre, relato Madre, fragmento).
Y hoy Aquí le tocó morir a Cristina Pacheco. Su corazón dejó de latir terrenalmente para comenzar su nuevo latido con quien fue su pareja por 53 años, José Emilio Pacheco. Como ella misma dijo aquel oscuro día de 2014: “Teníamos planes de aquí a dos mil años, pensábamos vivir toda la vida y eso implicaba también morir juntos”.
Pero murieron a destiempo y hoy, casi una década después, ella se fue para abrazarlo. Ya no tiene que seguir intentando entender “la vida sin él”. Sin su caballero de armadura, aquel a quien conoció en la universidad. En Difusión Cultural según narra Humberto Batis a Mariana Simón Chavero para su tesis de licenciatura en donde además cuenta una anécdota increíble entre José Emilio y Cristina Romo:
“En una ocasión los encerramos en el piso 10 de la torre de Rectoría y le dijimos a José Emilio “no sales hasta que hayas hecho el amor con ella”. Él estaba asustadísimo y muy apenado con Cristina, le decía: “señorita qué pena”. Cristina me contó después que hizo un trato con José Emilio, para que no se preocupara porque él estaba muy nervioso.
“Jose Emilio me decía “tengo que casarme con esta muchacha que fue deshonrada en este lugar por su culpa, cabrones. Tengo que casarme con esta muchacha para reparar el daño”. Y se casaron. Yo le decía no te tienes que casar´´.
El periodismo está de luto. El arte es largo, la vida corta.
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.
Más de 150 opiniones a través de 100 columnistas te esperan por menos de un libro al mes.
Comments ()