Por Claudia Pérez Atamoros
Entre huracanes, terremotos e ineptitudes México siempre se levanta, se sacude y sigue adelante.
Nuestro país ha sido, a lo largo de su historia, una nación vapuleada por infinidad de fenómenos meteorológicos y naturales que han dejado una estela de destrucción y desolación. Y, siempre, ha sido “el pueblo bueno y sabio” el que se ha levantado de entre los escombros y ha dado cátedra de solidaridad pese a la estulticia y ruindad de sus gobernantes que reaccionan tarde, se roban el presupuesto o desaparecen fondos y fideicomisos en pro de su populismo criminal.
Recuerdo con horror al huracán Gilberto en septiembre del 88. Categoría 5. Destruyó el Caribe mexicano –principalmente Quintana Roo y Yucatán– (Cancún nunca volvió a ser lo que era, viví la agonía de ese centro turístico, la costera devastada… eran los tiempos del acérrimo enemigo de AMLO, y entonces como ahora, la sociedad civil reaccionó más rápido), después cruzó todo el Golfo de México e impactó en Tamaulipas, inundó Nuevo León y finalmente desapareció en Coahuila. 225 personas murieron. Tuvo vientos sostenidos de 287 km/h y ráfagas de 340 km/h. Las pérdidas económicas fueron de 76 millones de dólares. No fue un huracán del Pacífico, cierto.
Pero recuerdo uno que sí lo fue. Patricia, también Categoría 5. Era 2015. Un 23 de octubre, y hoy sabemos que fue el aviso de lo que 8 años después llegó a Acapulco: Otis.
Patricia en 24 horas creció y su virulencia fue contundente. Arremetió con vientos de 345 kilómetros por hora y oleajes de más de 12 metros de altura en las costas jaliscienses. Las pérdidas materiales sumaron cerca de 460 millones de pesos. Murieron seis personas y quedaron más de 10 mil damnificados. Fue catalogado como el más catastrófico del mundo, aún hoy. Ya veremos mañana.
El monstruoso huracán Otis y la brutal ineptitud gubernamental ayer arrasó Acapulco y evidenció la falta de previsión. Porque se tenía a Patricia de ejemplo, que impactó tierra siendo Categoría 5 y vientos de 305 km por hora.
En 12 horas, todo cambió. Otis decidió crecer y lo hizo desmesuradamente. Furia natural que ingresó al Puerto de Acapulco con vientos máximos sostenidos de 270 km/h y rachas de hasta 330 km/h.
Las imágenes que han comenzado a circular dan cuenta del desastre de la costera, de la zona turística. Por el momento sólo imaginemos la devastación y caos de las zonas olvidadas. Esas, las llamadas populares. Esas, las que presumen como músculo del obradorismo. Esas, las que viven al día. Un día que no llegó, no al menos hoy.
Claudia Pérez Atamoros es egresada de la Escuela de Periodismo Carlos Septién García. Es reportera, locutora, libretista y copy. Trabajó para los medios más importantes del país. Fue premiada como la mejor estudiante de México, cuenta con licencia de locución categoría A, y posee la Medalla a la periodista joven Magdalena Mondragón. Dice seguir persiguiendo la papa.
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.
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