Por Claudia Acevedo, Psicoterapeuta y Consejera para padres y madres de familia, terapia de pareja y conferencista. Título de Guía Montessori otorgado por la American Montessori Society.
El autor y terapeuta Joan Garriga comenta en uno de sus libros que la vida “a veces duele”, y es en la consulta psicológica donde los pacientes nos expresan a los psicólogos lo que en ese momento les duele de su vida personal o laboral. En lo personal, trabajo con aproximadamente 18 mujeres a la semana de diferentes partes de México y Estados Unidos, en años de dar terapia, he recibido y escuchado a cientos de mujeres hablarme de ese tema. A veces no es nomás lo que les duele, también lo que les enoja o les da miedo.
Cierto es que mi trinchera corresponde a pacientes que tienen un nivel socioeconómico que les permite asistir a una terapia particular, es sobre este grupo de mujeres al que me refiero en esta ocasión.
La mayoría de mis pacientes del sexo femenino van entre los 25 y 45 años de edad y el 90% con un grado de estudios de nivel licenciatura.
¿Qué les duele a estas mujeres? Los temas son bastante repetitivos, aunque con características únicas. Cada historia tiene diferentes personajes y experiencias que no dejan de sorprenderme.
Podemos comenzar con sus experiencias de infancia. Todas tienen anécdotas y recuerdos que les causan tristeza o enojo. La mayoría, son hijas de padres que pusieron poca atención a la parte emocional en sus infancias, muy enfocados a la disciplina, reglas, valores. Al deber ser. Casi todas tienen experiencias de poco soporte emocional por parte de la madre y un padre que solía ser principalmente un proveedor. En aproximadamente el 30 o 40 % de los casos, el padre fue alcohólico. Me atrevería a decir también que un 40% de mis pacientes, fue abusada sexualmente en la infancia. Mis datos son exclusivamente de las mujeres que asisten a mi consulta.
Otra razón por la que asisten a terapia es por problemas de pareja. Muchas sienten que han dado demasiado en su relación y que su pareja no les demuestra el amor lo suficiente. Otras se posicionan con baja autoestima en sus relaciones provocando ciertos círculos viciosos. Les duele la infidelidad, la violencia verbal, los maridos explosivos. Un motivo de consulta muy frecuente es la pregunta:
¿Será mejor que me divorcie, o seguir aguantando esta vida que no me hace feliz?
A las mujeres les duelen los problemas con sus hijos. Sentir que no están ejerciendo bien su rol de madres. Unas se sienten muy débiles, otras se sienten muy autoritarias. Les duele ver que sus hijos han crecido y no han logrado volverse independientes. Les duele a veces sentir que sus hijos las absorben demasiado y que su energía no les alcanza para hacerse cargo de la crianza. Algunas se cuestionan si quizás nunca debieron tener hijos. Les enoja observar la diferencia entre ser madre y ser padre. Sienten que la balanza está más inclinada hacia su lado y que eso no es justo.
Les preocupa mucho su desarrollo laboral, algunas sienten que este se ve limitado por hacerse cargo del bienestar de sus hijos. Quisieran poder dedicarse más a su vida laboral de manera libre sin preocupaciones, pero se sienten atadas. A otras no les gusta su trabajo. Admiten que eligieron mal su profesión, quisieran cambiar de rubro. Muchas se sienten perdidas y un poco deprimidas porque no han encontrado su lugar en el plano ocupacional, han sido amas de casa y se les han pasado los años sin encontrar una actividad que las haga sentir plenas.
Y como último tema por esta ocasión mencionaré que quieren mejorar su autoestima. Se sienten inseguras de su apariencia. Algunas se sienten con sobrepeso, otras muy delgadas. Tienen recuerdos de diferentes experiencias que a lo largo de su vida las hicieron sentirse con un color de piel, con una cara, unas piernas o un cuerpo “incorrectos”.
Todos estos son ejemplos de lo que “le duele” a muchas mujeres.
El propósito de la terapia es ayudar a sobrellevarlo, a resolverlo o a dejar esas experiencias atrás.
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.
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