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Por Cristina Gutiérrez

En estos últimos días me ha llamado la atención que al hablar del conflicto actual entre Israel y Hamás mucha gente desconoce el que, desde mi punto de vista, es el hecho central que lo origina: la ocupación ilegal israelí de los territorios palestinos. En México, ya sea por nuestra lejanía geográfica o simplemente por falta de información, hay muchas personas que no están familiarizadas con la realidad en la que viven los palestinos en Cisjordania, la Franja de Gaza y Jerusalén Oriental. Pero más allá de esta falta de conocimiento, me ha llamado la atención la existencia de personas a mi alrededor que niegan la existencia de la ocupación, es decir, los negacionistas de la ocupación israelí de Palestina.

Según la Real Academia de la Lengua Española (RAE), el negacionismo es la “actitud que consiste en la negación de determinadas realidades y hechos históricos o naturales relevantes” y, en la gran mayoría de los casos, el concepto de negacionismo se aplica al holocausto. Y es que, aunque nos resulte inverosímil, hay personas que afirman que el holocausto nunca ocurrió como tal y que cualquier muerte de judíos registrada bajo el dominio nazi fue resultado de la guerra y no de una persecución sistemática y asesinato masivo organizado por el Estado. Claramente, resulta increíble que haya gente que niegue el hecho de que seis millones de judíos fueron exterminados y que los judíos en la Segunda Guerra Mundial fueron víctimas de un genocidio inhumano como pocos en la historia de la humanidad. Eso es un hecho.

De igual forma, es un hecho que desde que comenzó la ocupación de los territorios palestinos en 1967, las implacables políticas israelíes de confiscación de tierras, asentamientos ilegales y discriminación generalizada, han infligido un sufrimiento inmenso a la población palestina, despojándola de sus derechos fundamentales. A lo largo de los últimos 50 años, Israel ha llevado a cabo desalojos y desplazamientos forzosos de comunidades palestinas completas, dejando a miles de palestinos sin hogar para en su lugar construir asentamientos o colonias de israelíes en los territorios ocupados. Las autoridades israelíes han demolido cientos de estructuras palestinas en Cisjordania y Jerusalén Oriental para sustituirlas con asentamientos israelíes y año con año el número aumenta considerablemente. Según Amnistía Internacional, la existencia misma de los asentamientos en los territorios palestinos ocupados viola el derecho internacional humanitario y constituye un crimen de guerra. 

Existen más de 170 puntos de bloqueo militar israelí, puntos de control o retenes repartidos por todo Cisjordania, los cuales restringen la libertad de circulación y dificultan el desplazamiento de la población palestina para realizar tareas básicas como trabajar, estudiar o simplemente reunirse con otras personas. Asimismo, Israel ha construido una valla/muro de 700 kilómetros de longitud a lo largo de Cisjordania, aislando de esta forma a muchas comunidades palestinas, privandoles de acceso a servicios básicos y separando a agricultores de sus tierras, dañando gravemente la economía palestina. Israel también controla y restringe el acceso de los palestinos al agua potable. 

Una de las principales políticas bajo la ocupación contra la sociedad palestina es la política de detención administrativa, un procedimiento que permite a las fuerzas de ocupación israelíes detener a prisioneros de manera indefinida basándose en información secreta, sin imputarles cargos ni juicio. Las personas detenidas bajo este procedimiento pueden estar años encarceladas sin nunca conocer la causa de la detención e incluyen mujeres y niños, algunos de no más de 12 años. El encarcelamiento en territorios ocupados se utiliza como un acto de control contra toda la sociedad y es uno de los pilares de la ocupación. 

En 2007, Israel impuso sobre Gaza un bloqueo ejercido por tierra, mar y aire que además de ser contrario al derecho Internacional, supone una violación masiva de los derechos humanos de la población. En la práctica, el bloqueo impide el intercambio de productos y servicios, al igual que la libertad para salir o entrar a Gaza. Las restricciones impuestas por el bloqueo han tenido un impacto significativo en la vida de los habitantes de Gaza, limitando el acceso a alimentos, medicinas y servicios básicos. También han afectado negativamente la economía de la región y han llevado a altas tasas de desempleo y pobreza.  Los más de dos millones de palestinos que viven en la Franja de Gaza están “encerrados” en lo que se considera “la prisión al aire libre más grande del mundo”.

Lo que está ocurriendo entre Israel y Palestina desde los ataques de Hamás el 7 de octubre no es algo nuevo. El conflicto ha estado latente desde hace décadas y seguirá estando mientras no haya un cambio significativo en el statu quo. Hamás se ha aprovechado de este para llevar a cabo actos atroces de terrorismo contra la población civil israelí, lo cual es imperdonable e injustificable. El terrorismo no es y nunca será la solución. Creo que en eso estamos todos, o al menos la mayoría, de acuerdo. Pero partiendo de este hecho, no hay que perder de vista otro igual de importante que es el hecho de que los territorios palestinos han estado ocupados ilegalmente desde hace más de 50 años.

En 2022, un  informe de la Comisión de Investigación de la ONU dictaminó que esta ocupación es ilegal según el derecho internacional y que “al seguir ocupando el territorio palestino por la fuerza, Israel incurre en responsabilidades internacionales y sigue violando los derechos de los palestinos individualmente y como pueblo”. 

Estos son hechos. Podemos estar a favor de uno o del otro en este conflicto basándonos en nuestra experiencia, nuestra simpatía o nuestro muy personal sistema de valores pero, así como negar que ocurrió el holocausto es ridículo e impensable, igual de ridículo es negar la ocupación israelí de Palestina.  Los hechos son hechos, no seamos negacionistas de la realidad.

Cristina Gutiérrez es licenciada en Comercio Internacional por el Tecnológico de Monterrey. Ha trabajado principalmente en áreas de logística y comercio exterior. Desde hace 10 años aproximadamente ha estudiado mucho sobre el conflicto palestino-israelí y en 2015 organizó la conferencia “Palestina más allá del Sionismo” con el activista israelí Miko Peled. 
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@crisgsalman

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