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Por Cristina Gutiérrez Salman
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Una vez más, todo el mundo habla de Israel y Palestina. El conflicto palestino-israelí vive su mayor escalada en décadas después de que el grupo terrorista palestino Hamás lanzara desde la Franja de Gaza un ataque sin precedentes contra Israel este sábado 7 de octubre. Los combatientes de Hamás consiguieron penetrar en comunidades israelíes cerca de la Franja, matando residentes y capturando rehenes. Al domingo 8 de octubre se reportan más de 600 muertos y al menos 130 personas secuestradas por las fuerzas de Hamás. En el otro lado, la respuesta israelí, en forma de bombardeos sobre objetivos en la franja de Gaza, se ha cobrado la vida de al menos 413 personas. Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) instaron a los civiles en Gaza a abandonar sus residencias, mientras Netanyahu, Primer Ministro de Israel, advirtió que su país comenzó “una guerra larga y difícil”.

Lo que se espera para esa región dentro de los próximos días no pinta nada bien, se espera una guerra con consecuencias devastadoras para ambas partes, especialmente para Palestina teniendo en cuenta la capacidad militar israelí aunada al apoyo que ya empezaron a recibir por parte de Estados Unidos. Sin embargo, creo que es importante entender de dónde viene este prolongado y complejo conflicto.

El conflicto entre Israel y Palestina ha estado en curso durante décadas. En 1948 el plan de partición de las Naciones Unidas llevó a la creación del Estado de Israel en tierras palestinas. Esto resultó en la expulsión y desplazamiento de cientos de miles de palestinos, creando una población de refugiados quienes a lo largo de los años han buscado la creación y el reconocimiento de un Estado palestino independiente. En 1967, como resultado de la Guerra de los Seis Días, Israel ocupó los territorios palestinos de Cisjordania, Gaza y Jerusalén Este. Aquella ocupación ha sido una fuente constante de conflicto y controversia. La construcción de asentamientos israelíes en Cisjordania ha alimentado la constante tensión. Los palestinos consideran que estos asentamientos son ilegales y obstaculizan la creación de un Estado palestino independiente. En 2022 Amnistía Internacional y Human Rights Watch determinaron que las autoridades israelíes están cometiendo crímenes de lesa humanidad de apartheid y persecución dentro de los territorios palestinos ocupados. La conclusión se basa en la política general del gobierno israelí de mantener la dominación de los israelíes judíos sobre los palestinos y en los graves abusos cometidos contra palestinos que viven en el territorio ocupado.

Por su parte la población de la Franja de Gaza ha estado sometida desde 2007 a un bloqueo por parte de Israel. Israel controla la mayoría de los cruces terrestres y marítimos hacia Gaza, lo que limita la importación de bienes y la exportación de productos. Se ha impuesto un límite en la cantidad y tipo de bienes permitidos en Gaza, lo que ha afectado la economía local y la calidad de vida de los palestinos. Las restricciones de movimiento también han limitado la capacidad de los palestinos de entrar y salir de Gaza, incluso para recibir atención médica. El bloqueo ha generado una crisis económica y humanitaria en Gaza y viola sistemáticamente los derechos humanos de los cerca de dos millones de palestinos que viven ahí.

Las negociaciones de paz han tenido altibajos a lo largo de los años, y varios acuerdos, como los de Oslo en 1993, han intentado establecer una solución de dos Estados que permita la coexistencia de Israel y un Estado palestino independiente. Sin embargo, estas negociaciones no han logrado un acuerdo duradero y todas las resoluciones de las Naciones Unidas a favor de la creación de un Estado palestino independiente no prosperan debido al veto de Estados Unidos.

A lo largo de los años, este conflicto ha desencadenado innumerables enfrentamientos y guerras, incluyendo actos de terrorismo por parte de grupos radicales palestinos como el que está llevando a cabo Hamás. Pero, no se confundan, esta no es una guerra de los palestinos, es una guerra de Hamás. Hamás es una organización fundamentalista que no representa la lucha palestina por un Estado independiente sino que se aprovecha de esta para llevar a cabo crímenes atroces de ninguna manera justificables. Hamás no es Palestina e Israel como Estado no es la víctima, hay muchas víctimas civiles israelíes y palestinas, y desgraciadamente seguirá habiendo muchas más víctimas inocentes en ambos lados en los próximos días, pero el Estado de Israel no es una víctima; a través de su continua política de ocupación, segregación y apartheid es parte responsable de la existencia de grupos radicales y extremistas que justifican sus injustificables actos de terrorismo detrás de dichas políticas. Más allá de terminar con Hamás y sus células terroristas, lo cual definitivamente es urgente e imperativo, algo tiene que cambiar de raíz en la configuración política de la región para parar este conflicto, esperemos que no sea demasiado tarde. Israel y el pueblo judío tienen derecho a un Estado, el pueblo palestino también.

*Licenciada en Comercio Internacional por el Tecnológico de Monterrey. He trabajado principalmente en áreas de logística y comercio exterior. Desde hace 10 años aproximadamente he estudiado mucho sobre el conflicto palestino-israelí y en 2015 organicé la conferencia “Palestina más allá del Sionismo” con el activista israelí Miko Peled. La literatura y la música son mi pasión.
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@crisgsalman

Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.


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