Por Emilia Buitimea
Esa mañana se celebraba a Santa Ana y casi todos los años cae un aguacero ese día y esa mañana no era la excepción, mi nana Jesusa Estrella como fiestera mayor estaba tan preocupada porque la lluvia no cesaba y tenía que preparar el atole para los invitados. Después de media hora dejó de llover y la hornilla, la leña y la tierra se habían mojado, por suerte la viejita había guardado leña seca y unas cuantas brasas e inmediatamente se puso a atizar, solo salía humo. Al ver que mi nana soplaba y soplaba sobre la leña, llegaron a su ayuda el capitán Mando y el capitán Cruz con una caja de fósforos. Mi nana se retiró para preparar la harina y a los pocos minutos regresó y cuál fue la sorpresa que la hornilla seguía igual sin atizar y la cara frustrada de los dos hombres al no poder cumplir con su misión “¿Qué pasó?” les dijo mi nana y Mando dijo se nos cayó la cajetilla de los fósforos al charco y se nos mojó, nomás nos quedó el fósforo en la mano. Y la viejita ya desesperada les dijo “¡pues arrójalo a las brasas mientras haya calor el fósforo encenderá qué importa que haya un aguacero!” y el hombre arrojó el cerillo a las brasas y en cuestión de segundo ya había ardido la leña para vergüenza propia de los capitanes.
Qué gran lección me dio mi nana “mientras haya calor, el fósforo encenderá” sin importar las circunstancias por las que estás atravesando, si tienes ese calor o esa fe toda buena obra sucederá. Cada vez que tengo la oportunidad de visitar a esa mujer yoreme aprendo algo nuevo.
Hablando de yoreme, quiero resaltar que el 5 de septiembre se celebra el día de la mujer indígena y para mí significa un gran día porque soy mujer yoreme y me dedico a escribir sobre grandes mujeres indígenas. En esta ocasión, mejor hablemos de mi nana Chucha Estrella, ella no sabe que hay un día que se celebra a la mujer indígena pero sí sabe que todos los días se tiene que despertar y dar gracias a la madre tierra por darle un nuevo día más, sabe perfectamente que sus días son para disfrutar al máximo, ella tiene una memoria lúcida mejor que la mía y cuenta a detalle todo lo que le ha sucedido desde que tenía unos 3 años de edad, imagínense ya va para sus 90 años. Es muy buena para hacer amistades pero lo que no le gusta es dar entrevistas a gente extraña, así que ni piensen en ir a visitarla con la cámara encendida.
Mi nana es la voz guardiana de su lengua mayo y ha echado raíces fuertes por lo menos su idioma está seguro por unos 30 años más en casa. Desde pequeña y a golpes de la vida, aprendió la dirección del viento, las estaciones del año, las fases de la luna para obtener una buena cosecha, el secreto de las plantas medicinales, cómo atar nudos y lazar caballos y lo más importante cómo educar a sus hijos sin saber leer ni escribir, hasta aquí hizo un gran trabajo; se escribe fácil pero no saben los miedos, lágrimas, hambres y dificultades que pasó como toda gran mamá.
Como mujer indígena es difícil abrazar una oportunidad en la ciudad y vivir en un pueblo donde es aún más difícil la situación; si bien es cierto que hoy las oportunidades son más flexibles para las mujeres indígenas, hay más información, tecnología a la mano, difusión de la igualdad de género, mayores oportunidades de estudiar. Pero veo poco crecimiento en la oportunidad de un empleo bien remunerado, viven bajo la inseguridad, algunas bajo violencia doméstica y la que decide salir de este círculo se les llama madre soltera o mujer dejada. Aun así con todo en contra han sobresalido grandes mujeres indígenas que luchan por una vida mejor, por tener una familia mejor, sueñan con una comunidad con desarrollo e igualdad de oportunidades, por una buena educación. Mis respetos hacia ellas, y felicidades a mis amigas yoremes mayos, yaquis, pimas, guarijíos, comcáac, tohonos o´otham, kikapoo, Cucapá, triquis, mixtecas, zapotecas y sobre todo a mi nana y a mi amá. Abrazos.
*Mujer Yoreme, narradora bilingüe (mayo- español), Instructora de talleres de literatura en lengua indígena mayo.
Autora del libro bilingüe infantil “Yukku Kóonti”, la procesión para pedir lluvia. Ed. Magenta. 2009 y traducido en lenguaje Braille en 2012.
Autora de video poemario In Joaw, In wáateme, In ujyóoli jióxterim, Mis recuerdos, mi tierra, mi poesía, 2017, La Nova Films.
Autora del libro de cuento cartonero: Wiikit Sawali entok Juyya ánia, Pájaro amarillo y el mundo, 2019, ed. La biznaga cartonera.
Autora del libro Ili jammut jittolera, La mujercita curandera, 2020, ed. Mambo Rock.
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