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Por Federica Quijano*

Como buena mexicana siempre he sido aficionada al futbol y toda mi vida jugué en varios equipos; claro, cuando el futbol femenil se veía mal y no había cabida para las que disfrutábamos al máximo de este deporte.

Cuando me convertí en mamá me retiré del futbol, pues ya tenía el hombro lastimado, varias fracturas, y una pasión frustrada por algo que jamás imaginé que, con el paso de los años, podría ser bien visto.

Toda mi vida  quise asistir a un mundial y aunque me tocó el de México en el 86 no tenía los medios para poder ir a ningún partido, pero siempre aseguré que algún día asistiría a un mundial, no me importaba lo que tendría que hacer: soy tan terca que en mi cabeza siempre estuvo decretado que algún día tendría los medios para ir a uno y vivir la experiencia.

Hoy a mis 51 años mi sueño seguía intacto y de pronto ¡¡¡QATAR!!! Una llamada tan inesperada como maravillosa. Jamás imaginé que no solo iríamos al mundial a ver jugar a México, sino que cantaríamos al Fanfest para representar a nuestro país  y llevar un poco de la música pop a todos nuestros connacionales a la fiesta más grande del mundo. No puedo explicar mi emoción: de entre todos los talentos que hay en nuestro país, Kabah era uno de los grupos elegidos. ¿Así o más cool?

Cuando nos plantearon el proyecto por supuesto no lo dudamos ni por un segundo…. ¿Quién dejaría ir tan importante misión?

Pasaron los días  y nuestra expectativa crecía junto con la emoción o frustración de que en cualquier momento se podría cancelar.

De pronto, recibí una llamada que nos confirmó que asistiríamos al Fanfest en Qatar y nos explicaron que volaríamos el 26 de noviembre para llegar el 27 en la noche, cantábamos el 28, el 29 descansábamos y el 30 teníamos que regresar a México por varios shows que ya teníamos confirmados. Sí:  24 horas de vuelo para estar solo dos días y regresar, no importaba, en ese momento no pensamos en la friega que nos íbamos a aventar con tal de ser parte de esta fiesta.

Jamás hemos sido una banda que se achica, al contrario siempre Kabah fue rebelde, irreverente, disruptiva y con ideales muy claros.

Más allá de todo, fuimos el primer grupo pop mexicano en romper tabúes: de entrada siempre fuimos compositores de la mayoría de nuestras rolas, fuimos el primero en su género que se atrevió a pintarse el pelo de colores que solo era aceptado si eras una banda de rock; en el que los hombres usaran faldas como vestuarios (por esa razón dejaron de invitarnos a eventos). Representamos una ilusión, que al día de hoy es himno para la comunidad LGBTT+ pues la letra tiene la frase … “diferencia social, preferencia sexual, es humano en todo momento, miedo para aceptar que al llegar el final todos somos igual por dentro”, lo que en ese momento nos costó que nos vetaran en radio. ¿Cómo imaginar que el día de hoy llegar a Qatar nos hubiera costado unos cuantos latigazos?

Teníamos ya el vestuario que usaríamos para ese día, las banderas de México  y Qatar para poder ondearlas con todo el orgullo del mundo, entendemos que son conservadores, pero jamás imaginamos que dentro de esas tradiciones existían estas faltas a los derechos humanos y, no se confundan, no tengo nada en contra de ninguna cultura, al revés soy amante de todas, pero no pensé que la fiesta más importante del mundo se vería opacada en el siglo XXI por el maltrato a la mujer, el desprecio a la comunidad LGBTT+ y las violaciones a  los derechos humanos, incluyendo malos tratos a todos los trabajadores que inclusive perdieron la vida en las labores previas al mundial.

Cuando nos hablaron y nos pidieron que nuestro vestuario fuera de alguna forma en especial, que tanto Daniela como yo  debíamos llevar tapado el cuerpo de cuello a pies, incluyendo las manos, y que mandáramos las canciones que cantaríamos para ver si alguna de nuestras letras era ofensiva para su cultura, se me cayó el alma al piso.

Lo hablo desde una perspectiva propia, soy madre soltera, madre adoptiva de dos niños -uno de mis hijos con autismo- siempre me he valido de mi trabajo y he salido adelante por mis propios méritos, jamás he dependido de nadie y sigo siendo parte de todos estos grupos vulnerables de los que nadie quiere hablar; he sido atacada, me han mandado al DIF a quitarme a mis hijos pues creían que los maltrataba, me han sacado de centros comerciales, restaurantes, cines entre otros porque mi hijo tiene ataques de agresividad, hecho que me hizo salir corriendo de la Ciudad de México.

He dedicado los últimos años de mi vida a tratar de buscar la inclusión y la empatía de una sociedad carente de toda humanidad, he vivido en resiliencia para dejar bien claro que nunca me voy a rendir para que mi hijo tenga la libertad de gozar de sus derechos.

Y hoy me toca una encrucijada en donde quedaba mi sueño o mi congruencia, y gracias a Dios estoy en una banda donde nuestra bandera siempre fue la del amor en todas sus expresiones.

Fue un gancho al hígado para mí entender que quien era y lo que defendía es más fuerte que mi amor a una fiesta del deporte.

No puedo ser parte de una masacre colectiva a todos estos grupos y comunidades a quienes defender sus derechos los lleve directo a una pena de muerte; jamás podríamos ser parte de eso, no esta en mi sistema, iría en contra de todo lo que actualmente defiendo.

Mi decisión -nuestra decisión- fue la correcta; sé que este año definitivamente no cumplí mi sueño, pero sí entendí que lo que llevo trabajando es por una razón mucho más importante y hoy esa razón me hace todavía más fuerte, y espero que las autoridades responsables entiendan que hacer un Mundial no es una cuestión de dinero, es respetar  una fiesta donde todas las culturas se unen para celebrar la máxima emoción por el futbol, la primera después de una pandemia donde se perdieron millones de vidas. Hoy, este mundial no sólo celebraría la fiesta mundialista, también celebraríamos la vida, y que ésta no se puede volver a ver opacada por colores, razas, etnias o tradicionalismos de ninguna índole, tiene que ser el último Mundial tan controversial condicionado por unos cuantos.

En el artículo tercero del estatuto de la FIFA se compromete a respetar todos los derechos humanos reconocidos internacionalmente y se señala que se esforzará por promover la protección de estos derechos; espero que lo tengan bien claro después de tal fracaso en defender a su afición.

Todos tenemos el corazón del mismo lado, esa es y será siempre mi bandera.

*Federica Quijano es cantante, diputada y activista.

@Federicaq

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