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Por Fernanda Montes de Oca, licenciada en Medicina General por la UNAM; tiene maestría en Medicina Clínica por la Universidad Camilo José Cela en Madrid, y en Ciencias Avanzadas de la Nutrición Humana por la Universidad Internacional de Valencia. Actualmente trabaja dando webinars en empresas privadas de divulgación científica y en consulta personalizada.
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“Cenar fruta engorda, pero comerla en ayunas desequilibra hormonas”. “La única dieta para curar el Síndrome de Ovario Poliquístico es la cetogénica”. “Si no eres vegano eres cruel”, “Si no comes suficiente proteína no te vas a curar”. “Ni se te ocurra querer bajar de peso, gordofóbico”. “Ah, ¿no quieres bajar de peso? Es que estás en tu zona de confort”.

Parece que no importa qué contenido de nutrición consumamos en redes sociales, siempre hacemos algo mal. Es difícil vivir en estos tiempos en los que todos tenemos una opinión, un micrófono abierto y no hay moderador. Más difícil aún saber a quién creerle porque somos bombardeados con sensacionalismo y miedo. Los médicos e influencers de la salud se convirtieron en una marca, tienen su propio slogan, hambre de likes y por supuesto su club de fans. Sin embargo, la ciencia no se hace en TikTok, Instagram, YouTube o Twitter. La ciencia se hace en los laboratorios y en las universidades. La ciencia sigue un método, usa estadística, matemáticas y sistematizaciones.

La ciencia avanza todos los días, tanto, que a veces se disculpa por lo que se creía antes y que ha cambiado.  Los médicos, nutriólogos, químicos, biólogos y demás científicos necesitamos estar en constante actualización y tener mucha flexibilidad neuronal para desechar lo que ya no sirve y dar paso a nuevas ideas pero, sobre todo, necesitamos humildad para reconocer las experiencias personales de nuestros pacientes, para reconocer nuestros propios errores y los avances naturales de la ciencia.

En noviembre del año pasado terminé mi segundo posgrado, un máster en Ciencias Avanzadas de la Nutrición Humana, y además de las cosas técnicas de la nutrición, pude reforzar la idea del progreso del conocimiento y aprendí un par de conceptos clave que van más allá de qué dieta es la mejor para bajar de peso.

El primer concepto que me gustaría compartir es el de la nutrigenética, que es la forma en la que nuestros genes asimilan y responden ante la exposición a un nutriente. Esto es importante porque no podemos esperar tener la misma respuesta ante el mismo tipo de dieta que una persona que vive en otra parte del mundo. Hay algunas enfermedades que no son nuestra culpa y en las que la genética y el ambiente son cruciales para su desarrollo.

Esto me lleva al segundo concepto: nutrición y medicina personalizada. Los paradigmas cambian, la ciencia avanza, las recomendaciones nutricionales dejan de ser generales y se enfocan más en el individuo. No todos nos beneficiamos con la misma dieta, no todos tenemos los mismos antecedentes, ni el mismo riesgo de padecer alguna enfermedad y por si fuera poco, los ambientes y las posibilidades son diferentes y no todos tenemos acceso al mismo tipo de alimentos. ¿Por qué seguimos creyendo que las recomendaciones que vemos en redes sociales son para todos?

Ya planteado el problema hay que hablar de soluciones. Es importante señalar algunos focos rojos o red flags, que hay que saber identificar en las cuentas de influencers de la nutrición y la medicina. El primero que hay que notar es si la cuenta parece un culto. En estas cuentas existe una figura principal con un montón de seguidores defendiéndola. Es un club al que no puedes acceder si no cumples algunos requisitos. Pienso en el caso del movimiento de la alimentación intuitiva. No me mal entiendan, comer intuitivamente está bien, el problema es uno de los principios que rigen al movimiento: desafía a la policía alimentaria. La idea general me parece correcta, está bien no creer todo lo que nos dicen, pero mandar a pelear a tus seguidores es muy extremo.

Otro foco rojo es cuando esa cuenta nos presenta las cosas como blancas o negras. La vida está llena de matices y a menos que hablemos de situaciones ilegales o poco éticas, en medicina y nutrición no existen absolutos. Las personas que defienden algún tratamiento como si fuera la piedra filosofal tal vez no estén muy al tanto de que lo nuevo es la medicina personalizada.

Otra gran red flag es cuando no comparten evidencia. Muchos influencers repiten ideas que escucharon por ahí pero no tienen evidencia científica para sustentarlo. Es verdad que uno puede escoger qué publicaciones compartir, omitiendo las que no le convienen, pero por algún lado se empieza. También hay personas que comparten evidencia para defender a capa y espada su producto y esto es parte del extremo blanco o negro.

También están los influencers que utilizan las emociones para convencer. Compartir historias trágicas de sus seguidores está muy cerca de la manipulación, sobre todo si después de eso aparece alguien diciendo “gracias a ti ya no sufro”.

Y como último foco rojo están las personas que están muy seguras de lo que dicen. Una persona de ciencia sabe que debe usar la palabra “depende” y el verbo “podrían” y que las recomendaciones generales dejan de ser válidas en el consultorio porque todo depende del paciente a tratar.

¿A quién creerle? a quien nos haga sentido, a quien no nos haga tener miedo de la comida, a quien tenga evidencia científica y no jure tener la cura absoluta para todos, a nuestro sentido común. La fe no se debe depositar en una persona elocuente pero sí en la ciencia, en la tecnología y en uno mismo.

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@fernandamdo

Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.


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