Por Flor Aydeé Rodríguez Campos
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Nos encontramos en un momento histórico pues tuvieron que pasar 74 gobernantes en nuestro país para que una mujer ocupara el cargo de Presidenta de la República por elección popular. Es histórico desde el hecho de poder nombrarla Presidenta, sí en femenino, es una forma de reconocernos porque como bien hemos aprendido “lo que no se nombra no existe” y nombrarla Presidenta es visibilizar la lucha de muchas mujeres a lo largo de la historia en México. Desde aquellas que tuvieron que desafiar las normas sociales para ser consideradas en las luchas sociales y revoluciones hasta quienes consiguieron que hoy podamos votar y ser votadas, también a las que enfrentaron la desigualdad de un sistema y aspiraron a este cargo. Todas estas mujeres lo han hecho con las reglas que históricamente han sido escritas por los hombres y para los hombres.

Todo lo que hemos conseguido avanzar para poder ejercer nuestros derechos de manera libre y autónoma ha sido en colectividad y rompiendo con la idea de que las mujeres debemos estar relegadas a los espacios privados en donde incluso aprendimos que como decían nuestras abuelas “la ropa sucia se lava en casa” y es esta misma cultura quien nos construyó un rol específico para las mujeres en la sociedad, es decir que nos estipula cómo se espera que actuemos, hablemos, nos vistamos, nos arreglemos y nos comportemos según el sexo que nos fue asignado al nacer. Desde entonces hemos tomado estas reglas como un mandato.

Seguimos desempeñando el rol de cuidadoras, un rol secundario y siempre doméstico, asumiendo que “es lo que nos toca” y dadas las circunstancias la construcción del espacio público ha estado en su totalidad a cargo de los hombres, por lo tanto estas reglas obedecen a sus necesidades y no a las nuestras, es por ello que la lucha por cambiar el rol de la mujer en la sociedad ha sido constante. Debemos reconocer que la lucha por cambiar las reglas ha sido impulsado,  en gran parte, por el movimiento feminista, cuando las mujeres sin saber que el feminismo se convertiría en un movimiento político y social, llegaron y arrebataron esos espacios que por siglos nos habían sido negados. Sin embargo, seguimos escuchando que no estamos lo suficientemente preparadas para ocupar un lugar en la vida pública, en esos lugares donde se toman las decisiones. 

Pareciera absurdo, pero es real ¿no les parece injusto, que nos exijan tanto cuando nos negaron por muchos años el acceso a la educación, al voto a ser consideradas personas y a decidir si quiera en donde queríamos estar?. Lo más conveniente siempre ha sido inferir que las mujeres somos un problema porque no sabemos convivir entre nosotras, porque como dice el dicho “el peor enemigo de una mujer es otra mujer”, porque somos irracionales y meramente emocionales, el sexo débil.

Teniendo en contra no solo estos argumentos o posturas sino toda una construcción social y un sistema, las mujeres estamos ocupando puestos directivos, de representación en la política como Diputadas, Senadoras, Alcaldesas, Regidoras, Presidentas Municipales y como profesionistas en carreras que se creían eran solo para hombres. Nos hemos convertido en tomadoras de decisiones y una gran fuerza social para generar cambios políticos pues, no olvidemos que somos las mujeres quienes representamos más del 50 por ciento de la población y del padrón electoral. Hagamos conciencia entonces de nuestra fuerza y de lo poderoso que es la unión entre nosotras, no es utopía, sí podemos cambiar el mundo, esto quedó demostrado durante la pandemia por la COVID 19 cuando los países que eran gobernados por mujeres enfrentaron esta circunstancia de mejor manera que aquellos que eran gobernados por hombres.

Tener una mujer Presidenta por primera vez en la historia de México resulta esperanzador, más allá de las ideologías y partidos políticos pues, creemos que una forma de agradecer a todas aquellas mujeres que hicieron el camino que actualmente recorremos fuera menos sinuoso es no seguir las reglas que carecen de esa mirada violeta sino cambiarlas, volver a escribir la reglas bajo la mirada de nuestras necesidades y nuestra causa para cambiar la historia y no ser la primera Presidenta de México sino la primera de muchas Presidentas.

Es Abogada y activista por los derechos de las mujeres, cuenta
con diversos diplomados en derechos humanos, género y
política impartidos por la Comisión Nacional de los Derechos
Humanos, El Instituto de Investigaciones Jurídicas de la
UNAM, el Instituto Nacional para las Mujeres y ONU MUJERES.
Es especialista en temas de Derecho Constitucional,
Derechos Humanos, Derecho Internacional de los
Derechos Humanos de las Mujeres, Género y Violencia
Sexual.

Ha sido representante de México en eventos
internacionales relacionados a la agenda de género como
la CSW en la ONU. Fue integrante del Parlamento de
Mujeres de la Ciudad de México en 2020. Fue columnista
en el periódico “El Heraldo”.

Actualmente forma parte del grupo interdisciplinario que
da seguimiento a la Alerta de Violencia de Género contra
las Mujeres por Agravio Comparado para el Estado de
Guerrero. Es la Directora Ejecutiva de la Asociación Civil
“Repara Lumea” contra la violencia de género, Creadora
del podcast Voces Sin Filtro y columnista en La Cadera de Eva
✍🏻
@flor_repara

Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.


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