Por Frida Mendoza
No solo es en octubre.
Fue en junio cuando hablé con Sandra Monroy -sobreviviente de cáncer de mama- sobre el anuncio de la cancelación de la NOM-041, la que regula el mínimo indispensable en la atención del cáncer de mama, y un cúmulo de sensaciones y aprendizajes quedaron en mí tras ese reporteo, parte del cual comparto en la liga de este párrafo.
Tampoco fue en octubre, sino en abril cuando mi mamá se hizo su mastografía anual de rutina y ese “nervio de análisis” nunca se va hasta que recibimos los resultados negativos.
No solo fue en octubre cuando fallecieron mujeres fuertes, hermosas y valiosas en mi vida por cáncer de mama. Sin embargo, heme aquí escribiendo una breve columna sobre el 19 de octubre, “Día Internacional Contra el Cáncer de Mama”.
Este jueves todo se pinta de rosa, hay listones rosas por doquier, hay descuentos para la realización de mastografías, se habla de que cada 70 minutos una mujer muere a causa del cáncer de mama.
¿Si cada 70 minutos ocurre una muerte por cáncer de mama en México por qué solo octubre es el mes rosa?
Entiendo completamente que los temas, la vida, la agenda diaria, todo, todo nos sobrepasa. Nadie quiere pensar en hacerse análisis, nadie quiere pensar siquiera en la posibilidad de que el cáncer llegue, y sin embargo ahí está siempre.
El parteaguas actual para esta conversación, desde mi perspectiva, llegó con las magníficas fotografías que Sashenka Gutiérrez le tomó a Sandra Monroy -quien se hizo en 2021 una mastectomía doble tras el diagnóstico de cáncer de mama y años de análisis anuales- y su foto circuló en prensa nacional e internacional.
Ese ruido que ya resonaba para muchas se amplificó. Sí, hay que hablar de detección temprana. No, no todo se trata de un vocabulario de guerra con luchadoras, ganadoras y perdedoras.
Para las que viven con un diagnóstico de cáncer de mama el tema es de todos los días y para las que no vivimos con ello tenemos que tener presente la autoexploración y la prevención, las cuales en muchas ocasiones se tornan complejas porque nos da miedo, no sabemos hacerla e incluso si buscamos tutoriales en internet, encontramos imágenes de flores o frutas y no de pechos reales. Todos excepto uno, el de Malvestida que logró esquivar la censura de las redes sociales (acá lo pueden ver).
Pienso que además de esto, como con todas las enfermedades, no podemos voltear la mirada si no nos pasa por lo que tal vez en lo que sí podemos apoyar es en no perder el ojo, el foco, para que lo mínimo de atención, lo mínimo que nos deben las autoridades, se sostenga y no derriben las estructuras que ya existen.
En junio, la atención de decenas de enfermedades y condiciones médicas se agitó aún más con la cancelación de 43 Normas Oficiales Mexicanas -incluida la atención al cáncer de mama- y la proliferación de noticias e información al respecto no cesaba. Sin embargo, la suspensión provisional por parte de una juez le puso freno.
Cuatro meses después, el revuelo mediático bajó pero para las pacientes y las sobrevivientes a esta enfermedad sigue en vilo pues como Sandra Monroy me dijo en aquel momento “nadie sabe qué tan oscuro y tan profundo es pasar por esta enfermedad hasta que te toca y, cuando te toca, aprendes que lo más valioso es el tiempo y justo esa norma, la 041, lo establecía”.
No se trata ni de odiar el rosa ni el día o mes de la conmemoración. Tampoco de no sentir miedo, pues además de inevitable sabemos lo vulnerable que es nuestro sistema de salud. Pero no lo olvidemos el resto del año. Hablemos y sigamos vigilantes, no solo en octubre, sino hasta que se vuelva costumbre.
*Frida Mendoza es reportera y editora originaria de la Ciudad de México. Cuenta con 6 años de experiencia como periodista digital y de investigación trabajando principalmente temas de derechos humanos, género, feminismo, salud y metrópoli en distintos medios digitales como Emeequis, Malvestida, FrojiMX, MCCI, entre otros. Ha participado como columnista en Opinión 51 y es coautora en el libro "Las 7 mafias chilangas", editado por Grijalbo en 2023.
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.
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