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Por Gladys Acosta*
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Los derechos de las mujeres indígenas, tanto individuales como colectivos, han aportado un significativo caudal conceptual a los derechos humanos.  Los marcos jurídicos internacionales habían ignorado los perniciosos efectos de la colonización y la incesante depredación de los territorios indígenas. El primer signo positivo lo dio el Convenio 169 de la OIT sobre Pueblos Indígenas y Tribales de la OIT en 1989, pero fue recién en la Declaración de la ONU sobre los derechos de los Pueblos Indígenas del 2007, donde se establece un nuevo paradigma, aunque faltaba entender cómo las mujeres y las niñas indígenas vivían la discriminación de género, de manera concreta y real.

El Comité CEDAW,(Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer) respondiendo a reiteradas demandas de organizaciones de mujeres indígenas de diversas partes de mundo, emprendió en el 2017 la tarea de dar la voz directa a mujeres y niñas indígenas para entender los derechos desde sus propias experiencias, cosmovisión y sabiduría ancestral. Finalmente, luego de un amplio proceso de consultas a nivel global, se adoptó la Recomendación General # 39 sobre los derechos de las mujeres y las niñas indígenas (el 26 de octubre del 2022), donde todos los aspectos de la discriminación de género son reinterpretados para recuperar el reconocimiento, ejercicio y goce de todos los derechos civiles y políticos, así como los económicos, sociales y culturales de las mujeres y niñas indígenas.

Para el Comité CEDAW implicó ser conscientes de cómo hemos interiorizado formas de etnocentrismo, racismo y de desvalorización de las personas. Era necesario erradicar la idea de que algunas personas tienen la función de servir a otros o de plegarse a órdenes dadas por otros. Era indispensable  entender el por qué hay que proteger la riqueza de los idiomas y todas las formas de cuidado del entorno natural, del agua, de las semillas, de los modos ancestrales de sanación de seres humanos, animales y plantas.  Alejarse de los prejuicios racistas, implicaba poder identificar y expresar abiertamente indignación ante atropellos, ante diversas formas de injusticia. Significaba una especie de “cambio de piel”. Lo fundamental era entender que las claves sobre nuestra propia historia, estaban en el corazón de los Pueblos Indígenas.

Los conflictos internos contemporáneos en América Latina, siempre de naturaleza política, social y económica, han vuelto a traer el recuerdo de las heridas del despojo y del duelo por las muertes que tuvieron origen en la invasión europea de los territorios, antes en posesión de los pueblos originarios. Nunca hubo silencio absoluto ni aceptación de las prácticas colonizadoras. Las mujeres cuidaron, escondieron y transmitieron sus saberes, para que no fueran destruidos por los colonizadores. Nuevamente, en pleno siglo XXI, muchos pueblos indígenas siguen siendo impedidos de tomar decisiones y son empujados fuera de sus territorios. Aun así, se han mantenido a través de generaciones, las formas de conocimiento que articulan a la humanidad con la madre tierra y el cosmos, como un todo.

Las mujeres, las más importantes cuidadoras de la cultura, de la memoria y del saber ancestral, indispensables para la protección de la madre naturaleza, continúan al frente, con liderazgos sólidos, colectivos y nutrientes, sufriendo desarraigo, violencia y hasta muerte. Sin embargo, estas dolorosas experiencias contienen la liberadora ruptura de relaciones de dominación colonizadora instaladas durante siglos. Nunca hay dominación total, las resistencias no desaparecen y siempre es posible visualizar la salida. Los derechos de las mujeres indígenas, en su concepto central de “cuerpo-territorio” siempre existieron, lo importante es que tienen ahora, en todos los ámbitos de la Convención CEDAW, una base legal internacional que acompañará sus luchas hasta lograr el reconocimiento y la justicia en la constante búsqueda de formas de desarrollo de la humanidad, en imperativa armonía con la naturaleza, de la que somos absolutamente dependientes.

*Abogada y Socióloga
ExPresidenta del Comité CEDAW/ONU
Perú

Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.


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