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Por Graciela Caire Juvera, Químico-Bióloga en Alimentos, Maestra en Salud Pública y Epidemiología y Doctora en Ciencias, opción Nutrición.
Investigadora en el campo del cáncer de mama, nutrición y salud, CIAD, A.C. Primera mujer que ocupa la Dirección General del CIAD en cuarenta años.
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El 8 de marzo próximo se conmemora el Día Internacional de la Mujer, fecha importante para visualizar la desigualdad de género y reivindicar la lucha por la igualdad de derechos para las mujeres en varios ámbitos.

De acuerdo con la Organización de Naciones Unidas (ONU), en el mundo las mujeres están por debajo de los varones en los 17 indicadores de desarrollo sostenible, como el Fin de la pobreza, Hambre cero, Salud y bienestar, ​Educación de calidad e Igualdad de género, entre otros. Como ejemplos podemos mencionar que la mayoría de las personas pobres del mundo son mujeres, y que estas tienen 11% más probabilidad de no tener comida. Asimismo, se sabe que las mujeres conforman casi dos tercios de las personas analfabetas del mundo. La ONU también menciona que las mujeres que están más educadas que los varones consiguen trabajos de menor jerarquía.

Bajo el mismo hilo conductor, el pasado 11 de febrero se celebró el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, que nos recuerda la importancia de ayudar a cerrar la brecha de género fomentando las vocaciones científicas en las niñas y visibilizando el trabajo de las investigadoras. Mediante la proclamación de este día por el órgano de las Naciones Unidas el 22 de diciembre de 2015, se promueve el acceso de las mujeres y las niñas a la educación y la investigación en la ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas.

El Instituto Mexicano para la Competitividad menciona que tres de cada diez profesionistas que eligieron carreras relacionadas con ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas son mujeres. Por ello se prioriza lograr que las mujeres y las niñas tengan mayor participación en la sociedad actual, lo cual contribuirá a que todas las personas podamos tener una vida más feliz y plena.

A lo largo de la historia encontramos mujeres que realizaron grandes descubrimientos científicos, pero que no se valoraron dentro de la sociedad. Una de las más conocidas es Marie Curie, que fue la primera mujer en ser reconocida con los Premios Nobel en Física y Química. Otros ejemplos son Vera Rubin, astrónoma estadounidense que descubrió la rotación de estrellas alrededor de las galaxias, y María Esperanza Martínez, investigadora del Centro de Ciencias Genómicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), que se ha enfocado en el estudio de la relación entre las bacterias benéficas y la salud de las plantas. Las investigaciones de la doctora Martínez han dado como resultado el aumento de la productividad agrícola que contribuye a la seguridad alimentaria y a la reducción del uso de fertilizantes sintéticos para proteger el medio ambiente.
Conmemoraciones como la del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia nos deben invitar de manera particular a las instituciones de investigación a buscar  maneras de sembrar la semilla de la curiosidad y la imaginación en las pequeñas para que, en un futuro no muy lejano, contribuyan al bienestar de la sociedad y del medio ambiente mediante la ciencia, la tecnología y la innovación.


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