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Por Graciela Rojas

Recientemente, gracias al avance feminista, y al auge de las mujeres en STEM (ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas por sus siglas en inglés), el concepto de “Efecto Matilda” ha adquirido mayor auge.

El origen de este concepto lo encontramos en 1993, cuando Margaret W. Rossiter (Estadounidense, historiadora de la Ciencia y profesora en la Universidad de Cornell) acuñó el término “Efecto Matilda”, para referirse a la insuficiente valoración que sistemáticamente se hace de las mujeres en el campo científico y al escaso reconocimiento a sus contribuciones académicas.

Margaret eligió el nombre de “Matilda” por Matilda Joslyn Gage (1826-1898), una sufragista estadounidense, abolicionista que además, denunció el abuso y la violencia sexual contra mujeres, niñas y niños por parte de la iglesia y apoyó las reinvindicaciones de personas nativas americanas.

Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.