Por Heredera Romanov
En las tierras del reino, la heredera designada emprendía una gira por los vastos dominios del rey. Su misión era consolidar la percepción de continuidad de las riquezas del reinado, aunque en su corazón sabía que todo estaba languideciendo bajo el gobierno actual.
Durante su jornada hacia el sur del reino, un incidente inquietante marcó el segundo día de su gira. En un tramo solitario del camino, su comitiva fue interceptada por un grupo de bandidos, un símbolo de la inseguridad que había florecido en esa era, quizás incluso con la aquiescencia del rey.
Los bandidos, rostros ocultos bajo capuchas oscuras, se presentaron no como meros maleantes, sino como voceros de las penurias ignoradas. Uno de ellos, con voz firme pero no amenazante, se dirigió a la heredera: “Recordad la opulencia de vuestro reino y la miseria de su pueblo. No estamos contra vos, sino imploramos atención a nuestra plaga olvidada”.