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Por Imane Sarghoai
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Es sabido que la mujer es esencial en la consecución de los objetivos de desarrollo en la sociedad, y la mujer marroquí no es la excepción.

De modo general, la mujer marroquí es un ser humano que trabaja mucho y  que se está emancipando en la medida en que participa en muchas actividades del mundo actual. La mujer marroquí se ha ido liberando del yugo de las tradiciones y siguiendo un modelo moderno que ella misma ha creado en función de la nueva marcha actual y tecnológica mundial. Así, ahora es posible ver a algunas con aire docto, y dueña y señora del ambiente en que vive. Cabe señalar que esto coincide con el reinado de Mohamed IV, cuya sociedad seguía mejorando sus avances y modos de vivir modernos, lentos pero significativos. Así que el acceso masivo a la educación fue primordial en este proceso de cambio y le dio a las mujeres la posibilidad de entrar al mundo laboral con una formación eficiente.

En este sentido, debemos reconocer que la mujer marroquí está avanzando en diversos terrenos, especialmente en las grandes ciudades. Su incorporación a la universidad es cada vez mayor. Un ejemplo claro de la competencia de la mujer marroquí y su capacidad de romper todas las barreras impuestas por la sociedad tradicional lo representa, -aparte de diputadas y ministras y altos cargos militares-, una mujer ejemplar: la escritora marroquí Fatima Mernissi que, gracias a su fuerte colaboración, a través de sus escritos, en la emancipación y liberación de la mujer en Marruecos en todos los ámbitos de la sociedad, fue ganadora de varios  premios literarios representando, con todo orgullo, el valor y la dignidad de la mujer marroquí y fue reconocida a nivel internacional como intelectual de gran prestigio y carisma.

No obstante, existen notables diferencias entre  la mujer que vive en la ciudad, que está mucho más avanzada y tiene posibilidades para estudiar y progresar, y la campesina que sigue sufriendo  la marginalización y el aislamiento.

Así que en el mundo rural, la mujer marroquí campesina –siendo adulta o niña- se pone al lado del hombre realizando duras labores como traer agua, recoger leña, cuidar el ganado, segar, incluso colabora en todas las actividades de la tierra además de cuidar a  los hijos… No tiene tiempo para ella, siempre está al servicio de todos.  Pensando y trabajando para los demás, se ve primero explotada por el padre y más tarde por el marido. Todavía en muchos pueblos ella no tiene tiempo para estudiar o comprometerse con ninguna asociación o partido político. La mayor parte de las veces llega al matrimonio muy joven (una niña) con un hombre mayor, y no tiene ningún control de mando sobre su vida, pues lo tiene su familia y ella no puede rechazarlo. Unido a esto, su familia es la que decide sobre su destino ; además de que la niña-esposa no tiene conocimientos sobre la vida sexual, ni la educación de los niños o los derechos de una esposa.

Aún quedan muchos retos.

*Imane Sarghoai , joven marroquí , licenciada en Traducción e Interpretación, obtuvo su maestría en Relaciones Internacionales, funcionaria en el ámbito de la educación.

Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.


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