Por Ingrid Coronado
Recuerdo hace muchos años, cuando escuchaba que una mamá “era soltera” me compadecía muchísimo de ella y me preguntaba cómo le hacía esa pobre mujer para sacar a sus hijos adelante sola. Lo que nunca me imaginé, es que al igual que millones de mujeres en el mundo, yo iba a estar en esa situación. Recuerdo haber llorado muchas veces por el miedo a serlo, y otras por impotencia, rabia y enojo ante lo que creía era una injusticia. Pero es evidente que el universo siempre te traerá lo que necesitas para tu evolución, y no lo que quisieras.
He aprendido a través de los años que uno elige en dónde y con quién quiere invertir su tiempo y su dinero, y que si una persona no quiere cumplir con sus responsabilidades, si no quiere dedicar tiempo, dinero o atención a sus hijos, uno no puede hacer absolutamente nada para obligarlos, ni siquiera legalmente. Y si un padre se enferma o pierde la vida, ¿uno qué puede hacer?
Honestamente, a mí no me duele pagar los gastos completos de mis hijos, ni acompañarlos en sus procesos, ellos son unos chavos responsables, amorosos y muy agradecidos que me retribuyen con su alegría todo el tiempo.
¿Que si ha sido fácil? La respuesta es un no rotundo. Muchas veces me siento tan cansada que me dan ganas de llorar cuando llegan a preguntarme cosas de su tarea a las 9 de la noche, o cuando sus escuelas me piden cosas, o cuando sus actividades y compromisos, combinado con mis responsabilidades laborales, sociales, y de trámites me rebasan. Pero algo que me ha ayudado mucho es la siguiente frase: “es lo que hay”, ¿y qué vas a hacer con eso?
Muchas veces me pregunto: ¿cómo les voy a enseñar a mis hijos hombres que las responsabilidades económicas y de crianza se comparten entre mamá y papá cuando lo que ellos siempre han visto es que yo me encargo de todo sola? ¿Cómo voy a lograr que por un lado no se sientan culpables porque sienten que es mucho trabajo para mí, pero por otro lado sepan que aunque lo hago con todo mi amor no es lo correcto? ¿Cómo voy a lograr que cuando se casen y/o sean padres no le dejen todo a la mujer?
La respuesta me la han dado todas las terapias, libros, conferencias y retiros que he tomado todo este tiempo con la intención de hacer mi trabajo de mamá lo mejor posible y aprender a equilibrar sus cosas y las mías, enseñarles a ser solidarios y justos, a compartir las labores con sus hermanos y conmigo. Que ser generoso no es una cuestión de género.
Mi apuesta es hacer lo que creo que es mejor para ellos, y es curioso que aunque siempre he cuidado mucho de no hablar mal de sus padres, ellos se dan cuenta de todo. Por eso sé que en el fondo de su corazón, desearán hacer las cosas de diferente manera cuando sean mayores. ¿Cómo será su futuro? No lo puedo saber con certeza, pero sí sé bien lo que estoy sembrando en ellos, por lo tanto, tengo una idea de lo que cosecharemos juntos.
Aunque confieso que muchas veces me he sentido presionada por querer compensar la falta de su padre queriéndome convertir en una super madre heroína autosuficiente luchona que las puede todas y que nunca se cansa, ni se enoja, ni se queja, ni siente, ni nada. En esos momentos termino apaleada o enferma por cargar tanto, por lo que he tenido que aprender a encontrar el balance y equilibrio, que es toda una maestría, pero que sí se puede casi siempre. Sé que puedo darles lo mejor, pero también expresarme cuando estoy cansada y ser clara cuando simplemente no tengo ganas de jugar o de salir un día de casa. La importancia de dedicar tiempo y dinero a mis gustos y necesidades también. Y aunque los amo con todo mi corazón, intento, aunque no siempre con éxito, ser mi prioridad para poder darles la mayor calidad de amor posible. No se puede dar lo que no se tiene y si no me amo, lo que les estaría dando más que amor, es manipulación para que me quieran o me necesiten. Enseñarles a ser felices e independientes, a construir sus sueños y a cuidarse es el mayor legado que deseo dejarles en esta vida.
Porque sé que cuando papá no está, a mamá le corresponde hacer el trabajo sola, pero también tendrá la fortuna de quedarse con toda la satisfacción en la creación de las más bellas obras de arte.
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