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Por Joanna Quintanar
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Diversos economistas critican que los programas sociales para mujeres, mediante transferencias de dinero, tan solo las harán más flojas o dependientes. Sin embargo, recientemente me titulé de la Licenciatura de Ciencia Política del ITAM con el trabajo “El impacto del programa Familias Fuertes Salario Rosa en los resultados laborales de las mujeres del Estado de México”, que concluye que dichas críticas no son aplicables. Es decir, no es verdad que las mujeres se vuelven flojas, dependientes o dejen de trabajar por recibir el apoyo económico. Por el contrario, mi investigación revela que la realidad es más compleja que la teoría, pues la aplicación depende de otros factores que no se consideran al momento de realizar críticas al respecto. 

Escogí estudiar el programa Familias Fuertes Salario Rosa del Estado de México, dirigido a mujeres vulnerables que viven debajo de la línea de pobreza, pues me interesa evaluar el programa para entender sus alcances y su contribución a mejorar la realidad de las mujeres mexiquenses. Como mujer, me siento orgullosa de contribuir al género desde mi trinchera académica, creando conciencia sobre la necesidad de apoyar a las mujeres para salir de condiciones limitantes y, al mismo tiempo, verificar el éxito de los programas sociales para replicarlos y multiplicar los beneficios a nivel nacional e internacional.

El programa Salario Rosa entre las mexiquenses, además de dar MXN $2,400.00 bimestrales, las obliga a asistir a dos capacitaciones anuales, que apoyan el emprendedurismo, la administración de sus pequeños negocios y, en general, busca darles las bases para impulsarlas laboralmente. La suma de ambas acciones tiene la finalidad de que las mujeres y sus familias eventualmente salgan de la pobreza. 

Mi tesis sobre el Salario Rosa evalúa el impacto del programa en los resultados laborales de las mujeres, específicamente en su participación laboral y en las horas laborales a la semana. Con datos del Censo de Población y Vivienda y de la Secretaría de Desarrollo del Estado de México, a través de diversos modelos estadísticos, demuestro que las mujeres que ya trabajaban incrementan su horario laboral, pero aquellas que no trabajaban de inicio, no ingresaron al mercado laboral, a pesar de recibir el apoyo económico. Es decir, quienes trabajan, con el Salario Rosa, trabajaban más, y quienes no trabajan, con el Salario Rosa, no optaron por trabajar. Los hallazgos contravienen al modelo económico estándar que dicta que, cuando a un individuo se le da dinero, dejará de trabajar e incrementará su tiempo de ocio. 

Es importante destacar que entre aquellas beneficiarias que incrementaron su horario laboral, el apoyo económico fue utilizado como capital productivo para invertir en sus negocios y emprendimientos, que van desde un pequeño salón de uñas, maquillaje, cejas, venta de productos por catálogos, decoración de eventos con globos, entre otros. Si bien, el programa no es un éxito total debido a problemas operativos y de seguimiento, tampoco se debe considerar como un fracaso, puesto que beneficia en cierta medida a quienes ya cuentan con negocios propios. Dados estos hallazgos sería importante, por un lado, identificar a quienes realmente sí les dará un beneficio obtener el apoyo y, por el otro lado, a quienes no tomen ventaja completa del programa que sean partícipes de otro tipo, lo cual, en ambos casos, hará un uso más eficiente de los recursos y conseguirá de forma más eficaz reducir la pobreza.

Es crucial atraer atención a la evaluación de políticas diseñadas para incrementar el bienestar de las mujeres, ya que sus resultados permiten vislumbrar el efecto que tiene en la población objetivo. Además, en la actualidad surgen una serie de programas de transferencias de dinero y capacitaciones encaminados al aumento del empleo femenino con el objetivo de mejorar la vida de la mujer, por lo que los resultados de las evaluaciones son fundamentales para la toma de decisiones.

De la realización de este trabajo no solo aprendí disciplina, técnica y sensibilidad ante la situación evaluada, sino también me llevo un compromiso conmigo de seguir evaluando políticas públicas para contribuir a mejorar la vida de las minorías y grupos vulnerables, dentro de los cuales se encuentran las mujeres mexicanas.


Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.


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