Por Karen del Valle Amezcua, defensora de derechos humanos, es especialista en Políticas Públicas y Justicia de Género. Cuenta con un diplomado en Atención y Prevención de los casos de Hostigamiento y Acoso Sexual. Tiene experiencia trabajando temas electorales, de género, acceso a la información y acoso sexual.
El 28 de junio es el Día Internacional del Orgullo LGBT+. Pensando, en mi experiencia como persona pansexual, varias conocidas y conocidos, al darse cuenta de que me relaciono íntimamente con mujeres, me han preguntado: ¿cómo se coge entre mujeres? Yo, de entrada, de alguna manera agradezco la confianza de acercarse a preguntarme, pero también me hace dar cuenta de lo invisibles que a veces somos nosotras.
La historia nos cuenta sobre cómo se ha concebido el sexo:
- Con penetración
- Entre hombres y mujeres
- Mujeres como seres pasivos
- Un pene protagónico
Lo cierto es que podemos darnos cuenta con un montón de hechos sobre lo poco que se habla del sexo entre mujeres. El 29 de noviembre de 2022, Singapur revocó una ley contra la homosexualidad que castigaba el sexo entre hombres con dos años de prisión. Incluso, el ministro de Interior y Justicia K. Shanmugam, dijo que no hay “consideraciones públicas que justifiquen que el sexo privado y consentido entre hombres sea un delito”. Después de mucho buscar sobre la sección 377A, derogada del Código Penal de Singapur, me di cuenta de lo que sé que sospechas, esta sección derogada que castigaba a los hombres que cometieran “cualquier ultraje contra la moral pública” contra otro hombre, en ningún momento mencionaba a las mujeres.
A veces, como en el código penal de Singapur, pareciera que ser invisibles pudiera darnos una ventaja, ¿cómo se juzgaría a las mujeres que mantuvieran relaciones sexuales con otras mujeres?
En 1648 en la entonces Plymouth Colony, Sarah White Norman y Mary Vincent Hammon fueron procesadas por “comportamiento lascivo entre ellas en una cama”. Durante esa época, Inglaterra tenía leyes estrictas contra la “bestialidad” y la sodomía con penetración, pero no había nada escrito cuando se trataba de conductas en las que no se concebía la penetración, categoría en la que se incluiría entonces, el sexo entre mujeres. Por esto, la relación entre estas dos mujeres se categorizó como un delito menor. El cargo oficial fue: “delito menor y comportamiento lascivo (…) con diversos discursos lascivos pronunciados”. Mientras que Mary solo fue amonestada, Sarah fue acusada por la diferencia de edad.
Este tipo de casos cobran especial relevancia considerando que, para entonces, los tribunales representaban uno de los pocos lugares donde se podía describir el comportamiento entre personas del mismo sexo.
De 1648 a 2022 pasaron cuatro siglos, pero el ocultamiento y tabú de las relaciones sexuales entre mujeres es el reflejo de una sexualidad hegemónica que define el comportamiento sexual normal, como el que gira en torno a la penetración -sobre todo del pene-, y que sigue siendo profundamente sexista negando la sexualidad que sale de la norma. Aún hoy en día es evidente que la representación social de la homosexualidad es fundamentalmente masculina.
El resultado de las ideas heteronormadas acerca de la sexualidad es que no han reconocido importancia a la sexualidad de las mujeres y, como consecuencia, no han dado crédito a la existencia y experiencia de mujeres pansexuales, lesbianas, transexuales, no binarias, etc.
Según datos de Pornhub Insights, para 2019 el tercer término más buscado en la plataforma de pornografía por internet fue “lesbiana”. Nunca he sido la fan número uno del porno, pero algo que sí puedo asegurar es que el porno de este tipo de plataformas poco refleja la realidad de las relaciones sexuales de todas las personas. Lo cierto es que cuando de sexo se trata, cada quién va descubriendo lo que le gusta, y lo que no.
Creo que el sexo, primero que nada, no puede separarse de la historia de vida de cada una de sus participantes. En ese sentido, la sexualidad está en constante transformación. Cuando usamos la palabra “coger”, en términos de tiempo, nos referimos a un momento muy preciso. Ese momento, está planteado desde una mirada bastante patriarcal, suponiendo que inicia con la penetración.
En cambio, pensar en el acto sexual, me parece que conlleva una mirada que desde muchas mujeres expresa una actividad que implica una mezcla de autoconocimiento, imaginación, voluntad, comunicación, y consentimiento a fin de disfrutar plenamente.
Solo para dar una idea, la organización española Diversual Academia, publicó en 2022 el “Estudio sobre el orgasmo femenino” en el que entrevistó a 4 mil 294 personas con vulva, del estudio resultó que:
- El 79,6% de las personas encuestadas confirman llegar al clímax con mayor facilidad cuando utilizan juguetes eróticos.
- El 66% de las personas encuestadas coinciden en la importancia de la estimulación del clítoris para alcanzar el orgasmo junto con el grado de excitación en un 73,2% y los juegos previos a la penetración en un 49,3%.
- Casi el 60% de las personas encuestadas alcanzan más fácilmente el orgasmo en posturas en las que se estimula el clítoris como lo son la postura del misionero, la vaquera…
- El 62,6% dijo que necesitan de la estimulación directa del clítoris para llegar al clímax.
Es así que, para responder lo que me hizo llegar aquí, diría que lo primero es dejar de concebir las relaciones sexuales desde la penetración, la heteronormatividad, y la pasividad de una actora. ¡Las relaciones sexuales no necesariamente necesitan girar en torno a la penetración! Después, me quedaría con lo que escribió Simone de Beauvoir en el Segundo Sexo: “las caricias homosexuales no implican ni desfloración, ni penetración: sacian el erotismo clitoridiano…” aunque a veces, también implican penetración y muchas, muchas otras cosas. El sexo entre mujeres, como lo es entre cualquier pareja o grupo de personas, tiene que ver con lo que se decide y consiente.
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