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Por Liliana Alvarado

Como todos los años, en diciembre pasado dediqué unos minutos a pensar en mis propósitos para el 2024. Al igual que la mayoría de las personas, incluí los más populares sobre la salud (dieta) y el deporte. Asimismo, añadí algunos asociados a mi trabajo y relaciones personales. Sin embargo, este año consideré, por primera vez, implementar medidas para mejorar mi paz mental. Si bien he pensado en algunas actividades que podrían coadyuvar a cumplir esta meta al reducir el estrés y la aprehensión de las que suelo ser víctima, también estoy consciente de que vivir en México dificulta enormemente esta tarea. 

Desde hace varios años, quienes vivimos en este país nos hemos ido acostumbrando a mayores niveles de violencia. Sin darnos cuenta, constantemente estamos alertas para cuidar nuestras pertenencias y, en general, nuestra integridad, ya sea que nos movamos en el transporte público o privado, que caminemos por la calle o incluso cuando nos encontramos al interior de nuestros hogares. Los periódicos están inundados de casos de extorsión, violación, desaparición, secuestro, corrupción y otros tantos que nos recuerdan a diario todos los peligros a los que estamos expuestos.

Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.