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Por Lorena Pérez Hernández*
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Wendy Guevara ha venido a recordarnos lo que nuestros ancestros ya sabían: toda categorización del mundo es lingüística y los límites de esas categorías, culturales. Hay culturas que dividen el mundo en dos géneros (masculino y femenino), dando lugar a categorías estrictas que marginan y excluyen a todo aquel que no encaje en una de ellas. Pero también hay culturas que no tienen esta barrera lingüística y conceptual, lo que les permite reconocer y aceptar sin problema la existencia de aquellas personas cuya identidad no corresponde a su biología. Esas culturas son nuestras. Están aquí, entre nosotros. El éxito de Wendy, su enorme apoyo popular, no es casual. Ella, con su carisma, ha sido simplemente el catalizador que ha logrado que este pueblo haya reconectado con la sabiduría popular de sus raíces. La que nunca debería haber olvidado.

No es cierto que lo que no se nombra, no existe. Sigue existiendo, pero queda invisibilizado. Los zapotecas pertenecen a un pequeño grupo de culturas esparcidas por el ancho mundo, cuyos idiomas son capaces de nombrar la realidad que Wendy Guevara ha llevado a nuestros hogares a lomos de su naturalidad y su bonhomía. En el pueblo indígena que habita en Juchitán, los zapotecas denominan muxes a aquellas personas que habiendo nacido hombres tienen pensamientos de mujeres y se identifican como tales. Su condición no genera desprecio, ni marginación. Son aceptados por sus familias y por la sociedad, en la que están integrados y son valorados por su contribución a la misma y no por su identidad de género. La normalidad de lo natural plasmada en su idioma evita su marginalidad.

Existen otras culturas que, como la zapoteca, nombran y aceptan lo que actualmente marginamos como diferente. En la India se aceptaba tradicionalmente la existencia de un tercer género. Al igual que los muxes, los hijras son personas de género disidente, hombres que se identifican como mujeres, y que culturalmente habían sido aceptados e incluso gozaban de un cierto estatus social y del respeto de la sociedad hindú. La colonización británica vino de destruir esta visión integradora de los seres humanos con una Ley de la Tribus Criminales que a partir de 1871 los clasificó como un peligro para la sociedad. Nuevamente, la cosmovisión occidental basada en la existencia de dos únicos géneros se impuso.
Wendy Guevara, con su sentido del humor, su honestidad y su transparencia, nos ha hecho reconciliarnos con estos saberes ancestrales que la globalización nos ha arrebatado sin que seamos conscientes de ello. Nos ha invitado a volver la vista a nuestra propia sabiduría popular y abrazar su conocimiento de la realidad humana, mucho más realista que el estricto binomio marginalizador en el que gran parte de nuestra sociedad sigue navegando. Wendy ha hecho fácil lo difícil, nos ha llevado de la mano a reconectar con unos saberes y una humanidad que tienen hondas raíces en nuestra propia cultura y que nunca deberíamos haber perdido.

*Lorena Pérez Hernández estudió Filología Inglesa en las Universidades de Zaragoza y Manchester (UK). Realizó dos estancias de investigación en la Universidad de Berkeley (USA) y se doctoró en Lingüística por la Universidad de La Rioja en 1999. Su tesis doctoral fue premio extraordinario de doctorado y recibió el Premio de Investigación de la Asociación Española de Lingüística Aplicada del 2001. Actualmente es profesora titular e investigadora de la Universidad de La Rioja y desde 2015 es consultora lingüística. Ha escrito dos libros y más de 60 artículos científicos.
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@lorenaperezhe

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