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Por Mafer Olvera
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 Los jóvenes en México parecen estar quedando en el olvido. Si bien se han hecho esfuerzos en el pasado, hoy en día México enfrenta una realidad preocupante: la falta de una política de juventud clara, transversal y efectiva.

Un poco de Historia

En 1976 se creó el Consejo Nacional de Recursos para la Atención de la Juventud (CREA), una iniciativa que surgió con la mejor de las intenciones: apoyar a los jóvenes de manera integral. Desde Plan Joven hasta la Promoción Deportiva y Cultural, los programas parecían prometedores. Sin embargo, como suele pasar en nuestro país, las cosas cambiaron.

En 1988, CREA desapareció y sus funciones se trasladaron a la Dirección General de Atención a la Juventud dentro de la Comisión Nacional del Deporte (CONADE). En 1996, Causa Joven intentó modernizar el marco jurídico de apoyo a los jóvenes. Y en 1999, se creó el Instituto Mexicano de la Juventud (IMJUVE), con la misión de coordinar, evaluar, promover e impulsar programas juveniles en todo el país. A lo largo de 25 años, IMJUVE ha tenido sus logros: la Encuesta Nacional de Juventud, el Premio Nacional de la Juventud, y acuerdos internacionales con organismos como la OIJ, OIT, OMS y el UNFPA.

La realidad actual 

Sin embargo, la situación actual es alarmante. Hoy, México no cuenta con una agenda de juventud federal y transversal. El impacto y la presencia de IMJUVE han disminuido significativamente, y su capacidad para influir en la vida pública de los jóvenes se ha desvanecido. Durante los últimos seis años, su presencia ha sido prácticamente nula, lo que ha repercutido negativamente en el desarrollo pleno de los jóvenes y ha exacerbado problemas como la violencia, la exclusión social, las conductas de riesgo y la marginalidad.

Es cierto que existen programas de atención a jóvenes dentro de la administración federal, como las becas Jóvenes Escribiendo el Futuro y Jóvenes Construyendo el Futuro, así como estrategias nacionales para prevenir adicciones y embarazos adolescentes. No obstante, estos esfuerzos están desarticulados y carecen de una visión unificada.

La oportunidad  de cambio

México tiene una oportunidad única para recuperar y transformar su política de juventud. La propuesta es clara: convertir el IMJUVE en la Secretaría de la Juventud. ¿Por qué? Porque necesitamos una política pública que sea:

• Cercana y Adaptada: Que atienda las necesidades actuales de los jóvenes en cada rincón del país.

• Incluyente: Que considere todas las formas, características y necesidades de ser joven en el México de hoy.

• Vinculante: Que conecte a todas las dependencias gubernamentales, organizaciones civiles, colectivos, el sector empresarial y organismos internacionales.

• Especializada y Articuladora: Capaz de generar datos y diseñar programas efectivos, garantizando la transversalidad en la ejecución de una agenda joven.

• Promotora y Comunicadora: Que difunda las acciones de juventud de manera asertiva y con perspectiva de juventud.

Los primeros  pasos 

Para lograr esto, es fundamental relanzar la Encuesta Nacional de Juventud. Esta será la pieza clave para obtener un contexto real y actualizado sobre las características, necesidades y tendencias de los jóvenes. Con estos datos en mano, podría elaborarse la tan necesaria Ley General de Juventud mediante un proceso participativo e incluyente, una tarea pendiente desde hace más de veinte años.

Otro objetivo crucial sería el diseño, implementación y difusión de la Agenda Nacional de Juventud 2024-2030, con un enfoque particular en los jóvenes más vulnerables. Esta agenda debe incluir políticas claras, robustas y transversales, con una visión a largo plazo que trascienda administraciones gubernamentales, funcionarios y funcionarias públicas y, sobre todo, ocurrencias.

La creación de la Secretaría de la Juventud no solo es una necesidad, sino una urgente prioridad. Esta secretaría debería ser articuladora, garantizando la transversalidad en la ejecución de una agenda joven y promoviendo acciones con una comunicación asertiva y con perspectiva de juventud. No es lo mismo anunciar que comunicar asertivamente.

Los desafíos que enfrentan los jóvenes en México y en el mundo de hoy son complejos. En salud y salud mental, es esencial reducir las principales causas de muerte joven: homicidios, suicidios y accidentes de tránsito, tal como lo comenté en mi columna anterior.

Debería existir un Programa Nacional de Clínicas de las Emociones, que además ya cuenta con un precedente exitoso y reconocido internacionalmente como el Hospital de las Emociones de la CDMX. Este programa podría fomentar la salud mental y el bienestar emocional de los jóvenes, duplicando los esfuerzos de prevención del suicidio y fortaleciendo las estrategias nacionales de prevención de adicciones, violencias y/o embarazos adolescentes.

En términos de seguridad y justicia, es necesario combatir las desigualdades, la criminalización, la discriminación y las violencias que afectan a los jóvenes. Programas de prevención de violencia juvenil y estrategias para disuadir el reclutamiento por el crimen organizado deben ser implementados con toda la seriedad que merecen. Muchas de las escuelas hoy se han convertido en lugares de riesgo y esto no debería suceder; por ello, fortalecer la seguridad escolar y garantizar condiciones seguras de vida y movilidad son también prioridades.

La educación y el empleo son pilares fundamentales para el desarrollo juvenil. Mejorar el acceso a una educación de calidad y crear oportunidades de empleo son imperativos. La educación técnica y vocacional debe ser fortalecida para mejorar las competencias laborales y la empleabilidad de los jóvenes.

La inclusión y participación cívica son esenciales. Fomentar la participación de los jóvenes en proyectos comunitarios y de desarrollo social, y promover la igualdad de género, la diversidad cultural y la inclusión de jóvenes con discapacidad son acciones indispensables para construir un México más justo y equitativo.

Las necesidades son gigantes. Por ello, la creación de una Secretaría de la Juventud implica cambiar la historia, esta vez para garantizar derechos fundamentales que solo con una política pública clara, transversal e incluyente podrían materializarse.

Me parece que es momento de actuar con seriedad y de abordar el tema juvenil con visión de futuro y prosperidad para lograr transformar verdaderamente este país.

Mafer Olvera es especialista en políticas públicas de juventud. Fue directora del Instituto de la Juventud de la CDMX, 2012-2018. Creadora del Modelo Hospital de las Emociones. Premios ONU, 2017 y CHIUKU MTV Latinoamérica, 2016. Ponente en el Foro de Alto Nivel ONU, NY, 2016 y 2017. Defensora del derecho al bienestar y la salud mental.
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@maferolverac

Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.


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