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Por Mafer Olvera
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Ayer les compartí en este sitio, mis observaciones sobre el voto de las juventudes; hoy continúo y concluyo mi análisis para esta primera entrega en Opinión 51.

Diversos estudios, como los realizados por el propio INE, institutos electorales locales, la UNAM, el INEGI y otras instituciones académicas coinciden y explican la poca participación de los jóvenes después de su primera participación ante las urnas, con factores fundamentales como: desencanto político, corrupción, falta de rendición de cuentas, porque su voto no se tradujo en un cambio significativo en sus condiciones de vida y/o porque no asocian el trabajo de las y los servidores públicos con un futuro prometedor.

En otras palabras, las y los jóvenes sienten que no ganan nada con ir a ejercer su derecho al voto. Así, es mejor abstenerse o participar activamente en espacios de opinión social y pública como las redes sociales. En los que tampoco pasa nada más allá de una discusión.

El tema de juventudes en nuestro país es serio y aquí algunos de sus principales desafíos:

1. Su incorporación al desarrollo del país en condiciones desfavorables debido a dificultades para la inserción en el mercado laboral en condiciones dignas y atractivas a su nivel de inteligencia, capacidad, estudios o condición territorial.

2. La deficiente formación y desarrollo de habilidades actualizadas que les permitan un desempeño competitivo y personal.

3. La escasa educación sexual y reproductiva que conduce a una mayor incidencia de embarazos en adolescentes e infecciones de transmisión sexual.

4. La inmediatez de la información y el acceso a voces no confiables de información o desinformación.

5. El abuso de sustancias o la necesidad de evadir la realidad. Atención a las nuevas formas de consumo y sustancias como el fentanilo.

6. El suicidio como la segunda causa de muerte no natural entre jóvenes de 15 a 29 años en México.

7. La desarticulación de las acciones, programas sociales locales y federales, y la falta de continuidad.

8. La falta de estudios actuales, encuestas o consultas que nos permitan saber de manera más cercana cuáles son sus inquietudes, tendencias, anhelos, necesidades, dificultades, hábitos y preferencias hoy.

9. La alta incidencia delictiva de jóvenes y hacia las personas jóvenes.

10. Los niveles históricos de homicidios y desapariciones jóvenes.

11. Las desigualdades y violencias de las que son sujetas y sujetos. Atención a los contextos rurales y apartados.

12. La pobreza y precarización que las y los invisibiliza y excluye de la sociedad.

13. La inserción de jóvenes al crimen organizado, actividades delictivas o narcomenudeo.

14. La falta de condiciones seguras de vida, movilidad, recreación y esparcimiento.

15. La falta de atención puntual, universal y de calidad a su salud mental y psicoemocional.

16. La escasa representación de jóvenes en las políticas públicas y en espacios de toma de decisiones. Más allá de las cuotas.

17. El incremento de la informalidad laboral.

18. Las violencias hacia las mujeres jóvenes: acoso y feminicidio.

19. El rezago educativo y la deserción escolar. No basta con crear escuelas o universidades públicas solo por generar matrícula, se trata de que reciban educación de calidad y competitiva en espacios dignos.

20. El impacto del cambio climático y la crisis hídrica actual y futura.

Frente a todo esto, no he logrado identificar una agenda robusta con visión transexenal acorde a sus realidades actuales. Me parece muy grave que la imagen que se tiene de las personas jóvenes sea más como una carga que como una oportunidad, como una clientela que solo recibe sin aportar, como un factor de riesgo o como un grupo más de la población que eventualmente dejará de ser joven.

¿Qué tipo de adultos o adultas serán? Dependerá en gran medida de lo que se haga o deje de hacer hoy.

¿Qué dicen y qué harán nuestros futuros gobiernos y representantes? ¿Podrán entender el tamaño del reto más allá de su posible mandato?

A las y los jóvenes les hemos fallado como país, como gobiernos y como sociedad- salvo pocas excepciones. El hecho de que encuentren hoy más afinidad, refugio y oportunidad en la criminalidad, en los narco estereotipos o en el consumo desmedido de sustancias refleja la distancia entre su sentir y la desesperanza de un mundo adulto que poco les escucha o quiere involucrar.

Hagamos lo posible hoy para que las y los jóvenes tengan esperanza en su futuro con gobiernos y representantes a su altura.

*Mafer Olvera es especialista en políticas públicas de juventud. Fue directora del Instituto de la Juventud de la CDMX, 2012-2018. Creadora del Modelo Hospital de las Emociones. Premios ONU, 2017 y CHIUKU MTV Latinoamérica, 2016. Ponente en el Foro de Alto Nivel ONU, NY, 2016 y 2017. Defensora del derecho al bienestar y la salud mental.
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@maferolverac

Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.


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