Por Mafer Olvera
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En un país donde hoy las tres principales causas de muerte entre personas de 15 a 35 años son homicidios, suicidios y accidentes de tránsitorelacionados en un 60% con el consumo de alcohol y drogas, está claro que estamos haciendo algo muy mal. Abandono, falta de atención, exclusión, marginación, violencia, desesperanza, indolencia... ¿Dónde se colocan las prioridades de las políticas públicas de juventud? ¿Tenemos en México una política de juventud clara más allá de otorgarles apoyos sociales?

Hasta el momento, no existe una visión clara de quiénes son y qué se siente ser joven en este país. Durante las campañas recientes se mencionaron acciones dirigidas a los jóvenes, pero en ningún caso se presentó una agenda específica, actual, clara, robusta y transexenal.

En campaña, la recientemente electa presidenta Claudia Sheinbaum mencionó algunas de las acciones que podría implementar y que impactan en mayor o menor medida a los jóvenes. Las enlisto de acuerdo con los rubros en los que impactarían:

En educación:

• Beca universal para estudiantes de nivel preescolar, primaria y secundaria.

• Horario extendido en las escuelas para más educación física y artística.

• Programas de nutrición, psicología, cuidado dental, exámenes de la vista, lentes gratuitos y prevención de adicciones en las escuelas.

En seguridad:

• Estrategia federal para desalentar el reclutamiento de jóvenes por el crimen organizado con programas como Jóvenes Unen al Barrio y Barrio Adentro.

En violencia de género:

• Programa nacional de abogadas de las mujeres en todos los ministerios públicos, en coordinación con las fiscalías locales.

• Combate a la violencia digital contra las mujeres y reformas para el reconocimiento de todas las mujeres.

En economía:

• Mantenimiento de los programas sociales y aumentos al salario mínimo en términos reales.

Hasta aquí llegó, al menos en campaña. Estas acciones, aunque aisladas, podrían representar un impacto positivo en la vida de los jóvenes. Sin embargo, aún no se trata de una agenda transversal de política pública juvenil. Para diseñarla, se requiere comprender que la agenda del país en sí misma necesita una perspectiva de juventudes.

En materia de seguridad y violencia, primera causa de muerte que en 2022 registró una cifra histórica de 15,617 defunciones según el INEGI, aún no sabemos cuáles serían las acciones de gran calado para cambiar las cifras en todos los niveles de gobierno. No es alentador que más jóvenes mueran asesinados o por desaparición forzada. Las acciones deben comenzar con dimensionar el problema, entender las causas y actuar con la coordinación necesaria. Esto incluye al personal que convive diariamente con jóvenes, policías, médicos, ministerios públicos, autoridades, el sector empresarial, familias y la sociedad en su conjunto.

En cuanto a muertes por suicidio, segunda causa que en 2022 registró 8,123 defunciones según el INEGI, tampoco queda clara la estrategia de prevención y seguimiento en salud mental y bienestar psicoemocional. Más allá de ofrecer atención psicológica en escuelas, que es un buen paso, nos enfrentamos a una generación polarizada. La clave es escucharlos, atenderlos, diagnosticarlos oportunamente y promover servicios de salud mental y atención emocional en todos los rincones posibles.

En accidentes vehiculares asociados al consumo de alcohol y otras sustancias, tercera causa de muerte joven que en 2022 registraron 2,040, sería preciso entender los motivos que los llevan a arriesgar sus vidas y las de los demás. Muchos de estos motivos están asociados a trastornos mentales, dolores emocionales, abandono, invisibilización, adicciones y necesidad de evadir su realidad.

Toda conducta de riesgo está asociada a factores emocionales y mentales. En la adolescencia y juventud, estos factores se acentúan debido a los cambios biológicos y hormonales. Los contextos de violencia, la presión social, familiar y escolar, y las expectativas personales son motores de estrés, miedo y desesperanza; precursores de ansiedad y depresión. Ignorar estos factores seguirá nutriendo estasprincipales causas de muerte no naturales.

Desde aquí estaremos atentos a los próximos pasos y a cómo se materializan las promesas de campaña, esperando una estrategia robusta de mapeo de tendencias y conductas de riesgo, acciones profundas y programas de alto impacto con mecanismos de exigibilidad y, a prueba de coyunturas políticas, ocurrencias y servidores públicos. Porque ningún joven debe quedarse atrás; no más muertes evitables.

*Mafer Olvera es especialista en políticas públicas de juventud. Fue directora del Instituto de la Juventud de la CDMX, 2012-2018. Creadora del Modelo Hospital de las Emociones. Premios ONU, 2017 y CHIUKU MTV Latinoamérica, 2016. Ponente en el Foro de Alto Nivel ONU, NY, 2016 y 2017. Defensora del derecho al bienestar y la salud mental.
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@maferolverac

Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.


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