Por María Hanneman Vera*
Hace poco más de un año, visité Londres mientras esperaba los resultados de mis audiciones en el conservatorio del Escorial, en España, y estaba ya obsesionada con poder conseguir boletos para ir a ver “Como Agua para Chocolate” la puesta en escena de ballet y orquesta basado en el libro de Laura Esquivel y con música expresamente compuesta para esta maravillosa obra; la directora: Alondra de la Parra.
La maestra, después de escribirle a la gente del teatro, logró conseguir dos entradas, tarea nada fácil pues llevaban meses agotadas.
Llegó el momento. Yo muy puesta a mis 16 años, muy emocionada pues me invitó a saludarla, a ver el backstage, y ahí la vida me deparaba otra sorpresa: Te quiero invitar el próximo año al festival Paax GNP le oí decir, y por instantes sentí que el mundo se detenía, que yo empezaba a flotar, que era cosa de sueño. Pasaron breves instantes pero suficientes para recordar el camino recorrido y ubicarme de nuevo en el aquí y el ahora, con la certeza de que todo había valido la pena. Sí, casi me da un infarto; luego no podía dejar de llorar de la emoción.
Y empezaron los preparativos, mails iban y venían, zooms con todos, con la maestra, con su equipo, poniéndonos de acuerdo en el repertorio, invitaciones a más participaciones como música de cámara, una pieza con La orquesta imposible*, todo esto, además de mi participación como solista bajo la batuta de la maestra.
Qué nervios, sinceramente. Llegó el día del viaje a Xcaret, lo primero que me dijo la maestra fue: Qué gusto tenerte aquí. Mi corazón se llenó.
Empezamos los ensayos, unos musicazos increíbles, un gran cartel. Yo, la más chica de los músicos. Me encantó el ambiente. Mucho trabajo, pues todos vivimos en diferentes partes del mundo, y ahora había que ensamblar cada nota.
Llegó mi ensayo, creo que se me salía el corazón, pero una vez que arrancamos, la vibra de la maestra, su confianza en mí, su control de todo, hizo que surgiera la magia. Luego el día del concierto, lleno casi en su totalidad, la mirada de la maestra me daba toda la tranquilidad del mundo. Me dijo, lo estás haciendo muy bien.
Tocamos, y wooow, salió muy bien. Habíamos quedado, por tiempo, que no se harían encores en los conciertos de solistas, pero en el momento de los aplausos, ella me dijo:
- ¿Traes algo preparado? Claro que lo traía. Y pues vas, ¿quieres decir qué es?
- Maestra, no puedo ni hablar. Se rió y me dio paso a mi encore.
Me encantó trabajar con ella. Me encanta que sea mujer, que sea mexicana, y sé que muchas veces ha sido criticada, porque parece ser que las mujeres no podemos ser quien somos sin truco, sin palancas, o sin algo.
Ella lo es. Alondra de la Parra es quien es, por ella misma, por su trabajo, por su inteligencia. Convocar a todos esos grandes músicos, es por algo.
De todas las cosas que me dijo, consejos, indicaciones, y demás, las que más, más, más, resonaron en mi cabeza y corazón fueron esos consejos personales que me dio. Me dijo que yo era muy joven, con mucho por hacer, por vivir, por disfrutar. Que lo estoy haciendo muy bien, que siga trabajando mucho, pero que disfrute también mucho. Que mi vida debe de estar llena de buenos momentos de amigos, amores, música, de cosas bellas. Que nada me quite eso. Y amé esas palabras. Amé ver sus ojos mirándome, con su sonrisa siendo no la maestra de la Parra, sino Alondra, una mujer que tiene todo el éxito del mundo, dando consejo a otra mujer que va empezando. Consejos de vida, quizás consejos que a ella misma le hubiera encantado recibir a mi edad. No tengo más palabras que mi agradecimiento y amor. Y para mi Paax no es sólo música, es amor, educación, experiencia, amistad. Larga vida al gran Festival Paax GNP, pero sobre todo por más Alondra en este mundo. Por muchas más.
María Hanneman Vera, nace en marzo del 2006, desde los 4 años toma clases de piano. Ha participado en más de 50 recitales y tocado con 11 orquestas. Ha colaborado con el tenor mexicano Javier Camarena, y recientemente con la directora Alondra de la Parra. Es embajadora de la Fundación Sempiterno que ayuda a cambiar la vida de comunidades que viven en pobreza extrema en Oaxaca.
*La Orquesta Imposible se conformó -a iniciativa de Alondra de la Parra- por un grupo de los mejores músicos contemporáneos de 14 nacionalidades en 2020, con el objetivo de generar conciencia y apoyar a mujeres y niños de México afectados por el COVID-19. Se reunieron de forma virtual para interpretar el Danzón No 2 de Arturo Márquez y dos años después -controlada la pandemia- coincidieron de forma presencial en un escenario.
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