Por Mariana Becerra
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En México la participación laboral femenina es muy baja, mientras que el 77% de los hombres en edad de trabajar tienen un espacio en el mercado laboral, solo el 45% de las mujeres lo hacemos. De acuerdo con el INEGI, en 2023 existían 52.8 millones de mujeres mayores de 15 años de las cuales solo 23.6 millones estábamos trabajando. Para que mejore la movilidad social de las mujeres, entendida como el cambio socioeconómico que experimentamos a lo largo de nuestras vidas, se deben eliminar las barreras de entrada al mercado laboral. Son varios los factores que explican que este porcentaje de participación de las mujeres sea tan bajo: la falta de un sistema de cuidados, las políticas discriminatorias en los procesos de reclutamiento y la falta de políticas de flexibilidad en las empresas que permitan balancear la vida personal con el trabajo. Estas cifras deben cambiar y nos corresponde a la sociedad civil, a las empresas y al Estado el lograrlo.

El contar con un sistema de cuidados, permite que aquellas mujeres que cuidan de sus hijos, de personas con discapacidad o de adultos mayores, puedan incorporarse al mercado laboral. El sistema de cuidados en México lleva atorado en el Senado y necesita ser aprobado para que empiece a operar y se pueda fortalecer la infraestructura de las estancias infantiles y de las estancias de adultos mayores, por mencionar solo algunos. De acuerdo con el Centro de Estudios Espinosa Yglesias, las mujeres de menores ingresos tuvieron mayor movilidad social si en sus localidades contaban con centros de cuidado, que aquellas mujeres que no tuvieron acceso a ellos

El Estado, por su parte, debe fortalecer la infraestructura de los centros de cuidados, así como regular las barreras de entrada al mercado laboral como lo es el prohibir incluir fotografía y estado civil en el curriculum. Las empresas deben de contratar con base en equidad de trato sin sesgos discriminatorios. De acuerdo con Arceo-Gómez y Campos-Vázquez, la discriminación explícita en la publicidad de empleo se traduce en discriminación por motivos de estado civil y adscripción étnica[1]. Esta investigación se realizó con base en el envío de currícula con fotografías de candidatos que especificaba su estatus civil. Los autores concluyen que las empresas utilizan la información personal de los candidatos para discriminar contra solicitantes indígenas. En muchos países del mundo no se incluye la fotografía del candidato ni su estado civil, ni su edad. Con una regulación que prohíba la foto en el currículum se puede eliminar esta barrera de entrada para muchas personas que son juzgadas únicamente por su apariencia y no por sus habilidades. 

Además de lo anterior, las empresas deben de contar con políticas de flexibilidad que apoyen directamente a las trabajadoras que más lo necesiten. No debe penalizarse si se falta al trabajo por responsabilidades de cuidado, se puede en cambio, permitir trabajar desde casa o recuperar las tareas que se hayan quedado pendientes. Es importante también equiparar las licencias de maternidad con las de paternidad para que el género no sea un factor de decisión para la empresa en el momento de la contratación. 

Si la participación laboral femenina tuviera la misma proporción que los hombres, el PIB en México se incrementaría en un 27%. Además, existe evidencia por parte del Banco Mundial en donde se refleja un aumento en la productividad de aquellas empresas que brindan apoyos de guarderías y de clínicas de salud para las trabajadoras. Con medidas de apoyo el ausentismo se reduce, baja la rotación del personal y existe una mayor lealtad con la empresa; lo que se traduce en una relación positiva donde la empresa y las trabajadoras ganan. Las mujeres no debemos tener que renunciar al no poder atender nuestras responsabilidades de cuidados en casa, le corresponde al Estado brindar la infraestructura necesaria para apoyarnos, y a las empresas eliminar las barreras de entrada y dar la flexibilidad necesaria. 

Lo más probable es que este sexenio tengamos por primera vez a una mujer como presidenta de México, lo cual es esperanzador para que la participación laboral femenina aumente, pero no lo garantiza. Ya ha habido varias gobernadoras en diferentes estados y estos porcentajes siguen sin crecer. Es importante que las mujeres exijamos la infraestructura de cuidados que necesitamos y las políticas de inclusión y de flexibilidad en las empresas para poder seguir trabajando las que ya lo estamos haciendo, y que tengan entrada al mercado laboral las que no lo han podido lograr. 

*Mariana Becerra Pérez realizó sus estudios de licenciatura en Ciencia Política en el ITAM así como su Maestría en Políticas Públicas en la misma institución. Desde 2013 se desempeña como investigadora en el Centro de Estudios Espinosa Yglesias, en la dirección de movilidad social. Sus materias de interés son el análisis de las políticas públicas y la movilidad social en los temas educativo, salud y mercado laboral en nuestro país. Ha publicado en la revista Gestión y Política Pública del CIDE, la revista Nexos, así como diversos artículos de opinión en CNNExpansión, ADN Político, así como Animal Político. Anteriormente, trabajó durante cinco años en el Gobierno Federal, en el Instituto Nacional de Ecología en el área de investigación y análisis de políticas públicas.
Referencias

[1] Eva O. Arceo-Gomez, Raymundo M. Campos-Vazquez, Raquel Y. Badillo, Sergio Lopez A. (2022). “Gender stereotypes in job advertisements: What do they imply for the gender salary gap?”, Journal of Labor Research.

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@MarianaBecerraP

Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.


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