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Por Mariel Cabanas
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En 1970, Walter Mischel, psicólogo y profesor de la Universidad de Standford, hizo un experimento estudiando la capacidad de autocontrol en niños de 4 años de edad. La prueba consistía en presentar una oferta a cada pequeño: elegir entre comer un malvavisco de forma inmediata, o esperar 15 minutos y tener dos malvaviscos después.

Las implicaciones del experimento se reflejaron años más tarde cuando comprobaron que aquellos niños que lograron contener su impulso por la golosina durante 15 minutos, obtenían mejores resultados académicos en la edad adolecente,  parecían tener mayor facilidad para el manejo del estrés  y experimentaron menos problemas sociales de adaptación.

Kathleen Martin Ginis, doctora y profesora de la Universidad de McMaster en Canadá, establece que el ser humano tiene una dosis finita de voluntad al día; algunos nacen con más y otros con menos, y asegura que al agotarla en alguna actividad específica, es mucho más probable caer en alguna tentación; es decir, tras un día pesado de trabajo (que exige una alta cantidad de autocontrol al enfocar la atención por largos períodos), es más probable que cenemos una hamburguesa en lugar de una ensalada.

Muchos científicos señalan que la falta de voluntad, no se debe a la ausencia de motivación, sino al mal aprovechamiento y distribución de nuestras reservas de autocontrol diario, lo que nos hace al final del día romper la dieta, o postergar el ejercicio.

Daniel Kahneman, psicólogo acreedor al Premio Nobel de Economía en el 2002, en su libro “Thinking Fast and Slow” describe la forma del pensamiento bajo dos modos de operación, el Sistema 1, que es rápido, opera automáticamente, con muy poco o sin esfuerzo y sin noción de control voluntario; y el Sistema 2, que maneja las actividades que demandan un proceso mental complejo, asociando a éste, la concentración y toma de decisiones.

Kahneman manifiesta que tanto el autocontrol como el esfuerzo cognitivo son formas de trabajo mental asociadas al Sistema 2. Las personas que tienen una alta demanda cognitiva al realizar una tarea y simultáneamente son forzadas a tomar una decisión, están más inclinadas a tomar la decisión que requiere menor esfuerzo. Ejemplo: si tratas de memorizar un número de 7 dígitos, al mismo tiempo que tienes que decidir elegir entre un postre delicioso o una fruta, la evidencia científica sugiere que tienes más altas probabilidades de elegir el postre dado que el Sistema 1 (impulsivo, automático, y sin control voluntario) se adueña de la situación mientras el Sistema 2 está muy ocupado memorizando números.

Pero memorizar números y las tareas cognitivas no son la única forma de debilitar al Sistema 2, donde reside el autocontrol. A la lista se suman el alcohol, falta de sueño, mala alimentación, entre otros.

Su conclusión es contundente: el autocontrol requiere atención y esfuerzo. 

Roy F. Baumeister en su libro “Willpower: Rediscovering the Greatest Human Strength” confirma estas teorías diciendo que cuando una persona está mucho tiempo controlando un impulso, como no bostezar frente al jefe durante una larga junta de trabajo, después se enfrenta a un periodo de agotamiento de la voluntad, y ese es el momento más peligroso en términos del autocontrol, y debemos ser conscientes que es ahí cuando somos más vulnerables.

En general, concluye, quien logra un mayor autocontrol, supera mejor los eventos críticos de vida, maneja con mayor habilidad el estrés y puede enfrentarse a jornadas de estudio o trabajo, lo que los convierte en personas con mayor potencial de aprendizaje y crecimiento.

A todo esto, yo me pregunto ¿Qué esperanza tengo si acaso, fui una niña de 4 años incapaz de contenerme ante un malvavisco o si mi Sistema 2 ya agotó las reservas del día en una labor cognitiva? ¿Qué esperanza tengo si nací con pocas reservas de autocontrol? ¿Qué tan fuerte y voluntaria es la “fuerza de voluntad”?

Otras investigaciones, mucho más alentadoras, nos dan esperanza, y aseguran que hay formas de incrementar y fortalecer nuestra voluntad. Muy atinados para ese inicio de año en favor de nuestros propósitos de año nuevo.

Kurt Gray, de la Universidad de North Carolina, hace referencia a los “superhéroes” de la actualidad y asocia sus “super-poderes” a reservas extremadamente altas de voluntad y autocontrol. La Madre Teresa se sometió a condiciones sanitarias precarias, arriesgando su salud, mientras atendía a pobres, enfermos, huérfanos y moribundos; y Gandhi aguantó largos periodos de ayuno en la búsqueda pacífica de la liberación de su país.

Todos queremos tener autocontrol y cambiar al mundo, pero ¿Cómo lograrlo si a veces no podemos ni despertarnos más temprano para ir al gimnasio? Cuestiona Gray, quien sugiere que probablemente tengamos el orden equivocado en la ecuación. Gente como la Madre Teresa y como Gandhi, no necesariamente nacieron con una mayor dosis de voluntad que les ayuda en sus labores; sino que son sus labores (hacer el bien y tener una buena causa) lo que los hace más fuertes, los motiva e incrementa sus reservas de voluntad y autocontrol.  

Gray ha hecho muchos experimentos que corroboran su teoría, y asevera que si donamos un dólar al día, podemos incrementar nuestro autocontrol en labores de fuerza física hasta un 20% y que si donamos algunas monedas en la mañana, seremos más capaces de evitar la dona en la oficina a medio día.

La buena noticia es que no  estamos predestinados  a conformarnos con una cierta y finita cantidad de voluntad con la que nacemos, sino que nacemos también con la opción y la capacidad de incrementarla.

Pero hay más. La fuerza de voluntad, dice Baumeister, es como un músculo que se fortalece o debilita en función a cómo lo ejercitemos “cosas tan mínimas como esforzarse en ser ordenado, sentarse erguido en la silla o hablar siempre con oraciones completas, nos ayudan a potenciar la voluntad para rendir mejor, tanto en el trabajo como en el hogar". 

Además existen medios para reabastecernos cuando las reservas se están agotando como: descanso, actitud positiva, sana alimentación e incluso un poco de glucosa, que es el alimento del cerebro. 

En conclusión si queremos fortalecer la voluntad debemos: 

  1. Practicar la caridad y las buenas obras, con ello no sólo ayudamos a los demás sino que fortalecemos nuestra voluntad; 
  2. Tomar consciencia y planear nuestro día, evitando situaciones vulnerables en las que podemos poner en riesgo nuestra capacidad de autocontrol y con ello, nuestros propósitos o metas. Restringir voluntariamente el acceso a la tentación es más efectivo que enfrentarla (y menos demandante de reservas); y 
  3. Recordar que al hacer pequeños esfuerzos de voluntad, fortalecemos nuestras habilidades, lo que nos da mayor potencia para enfrentar tentaciones y lograr retos mayores y cumplir con los propósitos del año.
* Mariel Cabanas Suárez es abogada por la Universidad Iberoamericana, titulada de la Maestría en Derecho de la Empresa por la Universidad Panamericana y participó en el Programa de Alta Dirección de Empresas en el IPADE. Tiene estudios en materia de Liderazgo y Equidad de Género y cuenta con 23 años de experiencia como abogada en el sector financiero. Cofundó Abogadas MX, una organización de la sociedad civil que fomenta la inclusión y el desarrollo profesional de las mujeres en la profesión legal, misma que presidió en el periodo 2020-2022. Es socia y fellow del International Women's Forum.
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@marielcabanas

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