Por Martha Herrera González*
“La gestión efectiva de desastres no solo consiste en responder a la crisis, sino en invertir en la preparación y la prevención, para que nuestras comunidades sean resilientes ante lo inevitable”
En los últimos días, hemos visto el desastre natural que dejó el impacto devastador del huracán Otis en Acapulco y buena parte del estado de Guerrero. Las imágenes de la costa turística arrasada por el poder de la naturaleza nos han dejado con mucho dolor, el lamento por las pérdidas de vidas humanas y la afectación a la industria turística, han llenado las redes sociales y los noticieros. Además, algo que no debemos pasar de largo, es la situación tan crítica que afecta a las comunidades rurales aledañas a Acapulco, ese "otro Acapulco" que ha quedado en total vulnerabilidad.