Por Orly Perez Frid
En caso de que desaparezca, quémalo todo. Quémalo porque nunca me iría sin decir adiós.
En caso de que desaparezca, no dejes que me convierta simplemente en otro número, en una estadística más. Búsquenme.
En caso de que desaparezca, quiero que sepas que peleé. Que grité y pateé y rasguñe. Que intenté quedarme con cada centímetro de mi cuerpo.
En caso de que desaparezca, lee esto, una y otra vez, hasta que las palabras dejen de tener sentido. Léelo hasta que mi historia se grabe en tu mente. Léelo por ti mismo, léelo en fuerte, solo léelo. Léelo porque mientras alguien me recuerde, no habré desaparecido por completo.
Ma, prométeme que no vas a dejar que esto te rompa. Yo ya no estoy, pero por favor, no desaparezcas conmigo. Siempre te admiré, así que toma esto y conviértete en alguien a quien todos admiren. Prométeme que vas a tratar de encontrarme, pero que no vas a dejar que esto te consuma. No les des esa satisfacción.
Mami, no creas lo que te digan. La gente me va a culpar. Van a decir que me lo estaba buscando. Que salí de noche, que estaba tomando. Que confié en alguien que no debía. Que estaba enseñando demasiada piel, que estaba en un lugar peligroso. Que me metí con la gente equivocada. Te prometo que tomé todas las precauciones posibles, pero aquí, en México, eso no sirve de nada. Pudo haber sido afuera de mi escuela a plena luz del día, como a Fatima Aldrighethi. O dentro de mi propia casa, como Ingrid Escamilla. O en el coche de mi novio, como Ana Cristina. Pudo haber sido alguien a quien conozco, alguien que conocemos.
Pa, prométeme que no vas a culparte. Me enseñaste cómo pelear, cómo ser una mujer fuerte e independiente. Desde niña siempre me dijiste que si algún hombre intentaba pasarse conmigo, solo tenía que agarrar, apretar y torcer, ojalá la vida fuera así de simple. Sé que vas a decir que debiste haberme protegido más, pero no hubieras podido hacerlo. Nadie hubiera podido.
Papi, nunca te dije todo lo que viví como mujer al caminar por las calles de lo que llamamos “casa”. No es porque no confíe en tí, créeme, te confío mi vida. Es porque sé que nunca lo entenderías, aunque quisieras, aunque intentaras. No sabes lo que es que te piropeen, o te silben, o te toquen el claxon. Nunca has contenido la respiración, sintiendo las palpitaciones de tu corazón resonar a través de todo tu cuerpo, al caminar junto a un grupo de hombres en la calle. Nunca has sentido lo que es que un hombre te mire como si no fueras más que un objeto. Pero está bien, he aprendido a vivir así. Había aprendido a vivir así.
Morro, mi hermanito, prométeme que no vas a pretender que estás bien. Se te olvida que te conozco más que a mí misma. Sé que vas a hacerte el fuerte, que vas a estar ahí para mamá y papá, pero que el dolor y la pena te van a estar consumiendo por dentro. Si pudiera haberme despedido de solo una persona, hubieras sido tú. El pequeño niño que se volvió hijo único de la noche a la mañana.
Prométeme que vas a crecer y volverse el hombre que sé que tienes el potencial de ser. Que vas a defender no solo a tus amigas, sino a cualquier mujer que te necesite. Que vas a acompañarlas a sus casas y asegurarte que lleguen bien.
“Todas tenemos una amiga que sufrió abusos, pero ninguno tiene un amigo abusador. No dan las cuentas.” Prométeme que no te vas a quedar callado si sabes algo, que no vas volverte ese amigo que es un cómplice con su silencio. Prométeme que vas a ser el hombre que necesité, no el hombre que me tomó.
Niñas, mis mejores amigas, prométanme que van a ir y van a luchar para que yo sea la última que se lleven. Hagan ruido, suficiente ruido como para que mi caso sea tomado seriamente, para que lo publiquen en las noticias, para que todo el mundo conozca mi nombre, mi historia. No se lo dejen a la policía, todos sabemos lo inútiles que son. O a lo mejor fueron ellos mismos los que están detrás de todo, como con Victoria Esperanza Salazar. Busquen justicia por mí, traten de que mi caso sea parte del 2% que logra tener un juicio. Les diría que tengan cuidado, pero todas sabemos lo inservible que es ese consejo.
¿Les puedo pedir un favor? Abracen a mis papás, abrácenlos lo suficientemente fuerte para que por un instante no piensen en mí. Nadie debería perder a un hijo. Y cuando regresen a sus casas, abracen a sus papás. Nunca saben cuándo podría ser la última vez, y yo daría lo que sea por abrazar a los míos una vez más.
A cada una de las 90,000 mujeres que protestaron en el Zócalo Nacional el 8 de marzo del 2023, prométanme que van a decir mi nombre la próxima vez. Les juro que no podría estar más orgullosa de lo que han logrado año tras año. Del morado emanando de cada rincón, de las marcas que dejan por donde van, de las mujeres que son. Recuérdenle a mis papás que no están solos, caminen con ellos en el contingente de las padres de las desaparecidas, carguen mi foto con ellos.
Por solo un par de horas mientras caminan por las calles de México rodeadas de sus hermanas, sintiéndose empoderadas, a salvo, en casa, también van a sentir impotencia, enojo, frustración. Van a sentirlo todo y nada. Así que lloren mi historia, lloren nuestra historia.
Griten por todas las mujeres de México. Griten por las que nunca regresaron a casa. Griten por los 5.4 millones de niñas y adolescentes que son abusadas sexualmente cada año. Griten por el 99.7% de los casos de violencia sexual que nunca son reportados. Griten porque 6 de cada 10 violaciones ocurren dentro del lugar que ellas llaman hogar. Griten porque el 60% de los casos de violencia sexual son realizados por algún familiar, o alguien cercano a ellas. Griten por las 3,500 víctimas de feminicidio cada año. Griten hasta perder la voz, porque si no lo hacen, nadie lo hará.
En caso de que desaparezca, puede ser que nunca encuentres mi cuerpo. Nunca vas a encontrar el cuerpo que fue abandonado en una zanja, o al lado de la carretera, o en una fosa común. Aun así, entiérrame. Dame una tumba, una lápida, un lugar para llorarme. Asegúrate de que no esté vacío. Busca entre mis cosas, mis peluches, encuentra el que me acompañó cada noche cuando era pequeña, el que nunca logré decidir si era un pato o un oso, entierra eso en vez.
Si nunca encuentras mi cuerpo, puede ser que en realidad no esté muerta, pero va a ser más fácil pensar que si lo estoy. Más fácil que imaginar mi nueva realidad. En lo que me han convertido. Un simple objeto, para jugar, para divertirse, para disfrutar.
Pero si logran encontrar mi cuerpo, no lo veas. No veas el cuerpo que fue tocado, o abusado, o violado, o mutilado, o quemado, o magullado, o marcado, o cortado, o expuesto… o todas las anteriores. Límpialo, purifícalo, y entierra lo que queda de él. Pero por favor, no lo veas. Ese cuerpo ya no es mío.
Cuando pienses en mí, no quiero que pienses en lo que pasó, en lo que quedó de mí. Quiero que pienses en la niña de los chinos güeros que siempre sonreía. La pequeña niña que no podía irse a dormir sin un beso de papá, que nunca se iba a la escuela sin abrazar a mamá, que manejaba por horas sin destino con su hermano, solo porque sí. No en la niña a la que le robaron la vida. No la niña que nunca va a volver a casa.
En caso de que desaparezca, recuerda lo que es ser mujer. El miedo. La frustración. La impotencia.
En caso de que desaparezca, recuerda que era hija de alguien. Era una hermana, una amiga. Todas lo somos. Todas lo éramos.
En caso de que desaparezca, prométeme que vas a encontrar la manera de seguir viviendo. Que vas a seguir luchando, seguir sobreviviendo.
Porque en caso de que desaparezca, tú puedes ser la siguiente.
No descansado, no en paz, nunca suya,
- Un nombre más en la lista.
*Orly Pérez Frid (Ciudad de México, 2002) es estudiante de segundo año en Trinity College, Connecticut, donde cursa estudios en Neurociencias y Literatura y Escritura Creativa. Destacándose como miembro de Sigma Tau Delta (Sociedad de Honor Nacional de Literatura en EUA) y reconocida con el Fred Pfeil Memorial Prize in Social Justice through Creative Writing, Orly ha publicado en periódicos y revistas a nivel local e internacional, aspirando a seguir haciéndolo durante su carrera y vida profesional.
Instagram: @Orlyperezf
LinkedIn: Orly Perez Frid
Facebook: Orly Perez
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.
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