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Por Raquel López-Portillo Maltos*
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El pasado domingo, España vivió una jornada electoral reñida e histórica, con resultados que han dejado un sabor agridulce y un inminente clima de incertidumbre sobre el futuro político del país. El triunfo vacilante del Partido Popular (PP) y la derrota reivindicada como victoria del Partido Socialista Español (PSOE), han dejado en claro que el bipartidismo está cediendo terreno ante la creciente pluralidad de fuerzas políticas que se han vuelto cada vez más trascendentales.

Una de las principales conclusiones que pueden extraerse de estas elecciones es que España se encuentra dividida electoralmente como no se veía desde hace al menos 30 años. Esto refleja una sociedad cada vez más diversa, donde resaltan los regionalismos por encima de las visiones tradicionales del país. Si bien el PSOE y el PP recibieron la mayoría de votos, ya no es posible leer estos resultados únicamente desde una óptica bipartidista, sino como dos opciones mayoritarias que necesitan las bases de otros partidos para prosperar. La clave para la gobernabilidad ahora pasa por las negociaciones entre las múltiples fuerzas políticas que permitan la formación de alianzas y coaliciones.

En este escenario, los partidos minoritarios han cobrado una importancia nunca antes vista. Por un lado, su presencia y fortalecimiento resaltan la pluralidad y diversidad de la ciudadanía española. Sin embargo, la fragmentación partidista también ha propiciado vicios ineludibles, al terminar por responder más a intereses particulares y réditos políticos en forma de recursos y cargos que a su propia agenda. Si bien esta dinámica ha sido necesaria en la aprobación de ciertas iniciativas, hoy se les dota de una enorme influencia al volverse fundamentales para la formación de gobierno.

Prueba de ello son las recientes declaraciones de Miriam Nogueras, diputada y portavoz del partido independentista catalán Junts, quien afirmó que “no harán presidente a Pedro Sánchez a cambio de nada” y que su prioridad es Cataluña y “no la gobernabilidad del Estado”. Ante ello, a Sánchez le queda evaluar si cuenta con los incentivos suficientes para asegurar el voto (o abstención) de este partido y, sobre todo, si le conviene a la larga. Por su parte, Junts tendrá que barajar sus cartas en un esfuerzo por evitar mayores fracturas internas que se vean reflejadas en los resultados de las próximas elecciones autonómicas.

Otra conclusión interesante es el peso del voto femenino en estas elecciones. La importancia de esto radica no solamente en que las mujeres conforman a la mayor parte del electorado, sino que son quienes tienen una mayor intención de acudir a las urnas. De acuerdo con datos del Centro de Investigaciones Sociológicas de España (CIS), el Partido Socialista es el partido que cuenta con mayor porcentaje femenino entre su electorado. En el otro extremo se encuentra Vox, cuya proporción es de 3 mujeres por cada 10 electores.

El feminismo y la lucha contra la violencia de género fueron temas torales durante la campaña, aunque en ocasiones resaltaron más en los ataques entre candidatos que en políticas concretas. Si bien la figura de Sánchez se había desgastado en este aspecto por la aprobación de la ley de “sólo sí es sí” que disminuyó las penas de abusadores, las tesis negacionistas de la violencia de género tanto del Partido Popular como de Vox tuvieron repercusiones notorias.

Si bien no puede concluirse que éste fue el motivo principal en la intención de voto, al igual que ocurrió en las elecciones intermedias en Estados Unidos en donde el derecho a la interrupción legal del embarazo estaba en riesgo, los votantes castigaron a la ultraderecha dándole una ventaja comparativa a la izquierda.

Ante la polarización, la multiplicidad de identidades nacionales, las latentes luchas independentistas y las distintas necesidades sociales, España se enfrenta a tiempos de enorme incertidumbre. La desafección de la ciudadanía hacia las opciones políticas existentes y la fragmentación del panorama político hacen que la formación de un gobierno estable sea un desafío considerable. Por lo pronto, el verano será una temporada de búsqueda de acuerdos y compromisos para evitar un bloqueo institucional y una posible repetición de elecciones. Mientras tanto, España se mantiene en vilo.

*Analista internacional. Maestra en Gobierno y Políticas Públicas por la Universidad Panamericana y Licenciada en Derechos Humanos y Gestión de Paz por la Universidad del Claustro de Sor Juana. Se ha desarrollado en los sectores público, privado y de la sociedad civil en materia de seguridad, análisis político e igualdad de género. Actualmente se desempeña como analista estratégica para América Latina. Es Asociada del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales (COMEXI) e integrante de Generation Democracy del International Republican Institute.
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@RaquelLPM

Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.


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