Por Rocío Correa
Desde 1961 Milán dedica una semana entera durante el mes de abril a celebrar a la industria del diseño y sus accesorios. Eugenia y Lorenzo dos mexicanos profesionales del ramo, que por 30 años no han faltado a una sola edición, aseguran que en su experiencia el “Salone del Mobile” y el “Fuorisalone” son la única manifestación en el mundo que logra transformar a una ciudad, ni el mismo Londres dice Eugenia, con “100% Design” y agrega: “Un taxista nos contaba que este es el único evento que hace participar a todos, ni siquiera la semana de la moda; es un evento cerrado, si no tienes invitación no puedes participar; a la feria entras comprando tu boleto como operador del sector, a la moda no hay forma sino eres parte de ese círculo celestial no puedes, a ellos les rentan limusinas, al taxista no le toca y al restaurantero y al hotelero solo de cierto nivel, el salón del mueble es inclusivo”
Para Lorenzo la diferencia que se hace con “Fuorisalone” es que logras sumergirte en la cultura de la ciudad: “Es la única feria de diseño que está tan enlazada con la ciudad tan contaminada, que la vives a pesar de la feria, si no estás atento la ciudad te estorba en vez de disfrutarla, porque quieres pararte a tomar el café, a tomar el aperitivo y también a hacer compras; todo esto puede ser muy frustrante cuando estás buscando ser productivo, esto que puede ser considerado un riesgo no lo es, porque es una ciudad en donde en cada escaparate hay diseño y tienes que ir atento, de lo contrario se te puede escapar, en cada vitrina puede estar la sorpresa”.
Coincido con Lorenzo cuando dice, que éste es un fenómeno muy italiano; es verdad que no es una sociedad que ve el diseño como una cosa de lujo, con mayor o menor presencia está en su cotidianidad lo traen en el DNA, mientras que el diseño en México tiene un ritmo muy diferente; el diseño que se lleva a nuestro país sigue siendo para una elite y además en términos del concepto de diseño no se lleva como se presenta: “La gente no va a ir a comprar un objeto porque lo diseñó Phillip Stark, con la globalización hay tendencias sí, pero no está en nuestra cultura.” Afirma Lorenzo y puntualiza “Esto no funciona así en México; no vamos a hacer de México un país de diseño, eso no va a suceder.”
No está mal que los mexicanos busquemos “tropicalizar” los conceptos del diseño a nuestras necesidades y nuestros códigos de gusto, la cosa es que tenemos que encontrar un nuevo balance, una fórmula que incluye traer cosas de otros lados, integrando y promoviendo el buen diseño mexicano, se trata de proponer una forma de vida mejor dentro de una cultura llena de significados, llena de calidad de materiales a los que debemos darles una funcionalidad.
No vamos a ser una pequeña Milán cuando se hace la semana del diseño en México, no se tienen los recursos ni la trayectoria, Milán es un caso único en el mundo que sucede por una semana una vez al año y en esto, Lorenzo está de acuerdo conmigo, él dice que tenemos que encontrar una forma diferente de expresarnos y de hacer las cosas. Entendiendo lo que entendemos en “Design Week” después nosotros debemos actuar en consecuencia en México:“No queremos llevarnos Milán a México, queremos entender lo que sucede en esta sociedad para integrar otras soluciones a nuestra comunidad, entendiendo también que en México no hay industria como la hay en Italia o algún otro país europeo, el fenómeno industrial italiano es tan único que los grandes diseñadores en el mundo trabajan para firmas italianas.
Es un hecho que otra gran diferencia la encontramos en la forma de entender al artesano, el artesano europeo viene de una forma de organización social en donde abajo está la bodega donde trabaja y arriba la casa, ser artesano es un oficio de por vida, que se vive con orgullo y todavía hoy en muchos casos se pasa de generación a generación. El artesano mexicano no lo entiende así, porque socialmente tiene otras aspiraciones, el artesano mexicano quiere dejar de ser artesano por una cuestión de ingresos, pero también por una cuestión de falta de reconocimiento social.
Lorenzo pone el ejemplo del tapicero y el carpintero italiano que han llevado la calidad de su artesanía a nivel industrial, mientras que nuestra artesanía dice, es étnica, folclórica y no se puede o no se debe industrializar, no tenemos por qué pretender que los bordados de Oaxaca los haga una máquina y en esto no puedo estar más de acuerdo con él, sin embargo hay un tema en el que estoy segura se puede dar un salto de calidad y es lo que los italianos llaman “la cura dei dettagli” que no es otra cosa que la atención a los detalles, estoy convencida que es el elemento que hace la diferencia.
Sobre nuestros artesanos mexicanos Liz Gómez profesional de la arquitectura y el interiorismo, dibuja el panorama de las diferencias con los italianos o europeos, habla de las distintas regiones en México con sus típicos trabajos que son ancestrales, que mantienen el mismo diseño en sus textiles, misma paleta de color y no buscan innovar ni en el color, patrón o forma porque así se los enseñaron, y siguen haciendo lo mismo desde siempre. Me quedo con su imagen de hombros encogidos hacia arriba y con un suspiro casi imperceptible diciendo: “No deja de ser un trabajo artesanal; no se convierte en tendencia, no pasa de ser una curiosidad”.
Antes de fundar su despacho de arquitectura e interiorismo Liz trabajó en el mundo del mueble en México y nos regala una fotografía más completa de nuestra realidad artesanal mexicana; nos explica que hay pequeñas cooperativas las cuales siguen siendo grupos muy aislados en donde han intervenido algunos diseñadores que se han acercado con alguna comunidad intentando dialogar y pone un ejemplo: “conozco quién ha hablado con artesanos textiles y les ha dicho: tu técnica de telar de cintura es fabulosa, el material es exquisito, tus tintes naturales nos pueden dar una gama todavía más amplia de tonos y vamos a hacer un patrón, como si lo hubiera diseñado Minotti -ósea no por copiarlos sino por el ejemplo de diseño- en vez del patrón de maripositas mexicanas; con la misma mano de obra, la misma técnica tradicional, la misma persona, pero es muy complicado hacerlos cambiar, cuesta mucho trabajo culturalmente, no es fácil hacerles entender por qué deben cambiar.”
Bien dice Lorenzo que en México el tema no es solo artesanal, también está el de la industria poniendo un ejemplo muy simple “Sucede aún hoy en día que ves a muchos mexicanos que vienen a la feria para ver que se fusilan, no para ver qué entienden y lo que hay que hacer es entender. No hay industria en México que esté aceptando hacer las cosas diferentes.
Yo digo que las copias hay que dejárselas a los chinos, que debemos hacerle entender a la industria que debe pagar bien a sus diseñadores, bueno empezando por hacerles entender la importancia de contar con sus propios diseñadores al interior de sus empresas, los diseñadores cuentan historias, son el filtro por el que pasa una cultura para la propuestas que elaboran, además a través de sus diseños se transmite la filosofía de una marca. Lorenzo dice también que el futuro de la industria en México se va a determinar en la medida que los industriales entiendan que lo que tienen que lograr es hacerse un espacio más grande y no solo ver como punto de fuerza el vender más barato, que el trabajo de los diseñadores industriales -que hoy no se preparan para eso- sea convertirse realmente en consultores de empresa capaces de definir hacia dónde puede ir una empresa para hacer un producto que funcione mejor. Estoy segura que con ello también estaremos construyendo un mercado que hará más ricas sus solicitudes del habitar, que vive mejor, no que compre diseño, que compre muebles mejores, que compre ideas originales.
Aunque es verdad lo que dice Lorenzo: “yo veo más fácil acercarse al fabricante de salas en Guadalajara y decirle vamos a hacer cosas bien hechas, que con artesanos decirles vamos a cambiar tus diseños,” es también un hecho que se debe realizar un gran esfuerzo para integrar en este proceso evolutivo a nuestros artesanos con un verdadero programa nacional que comprenda la dignificación de su profesión.
En el exceso del “eye candy” (dulce para los ojos) Me perdí en la conversación con Lorenzo,Eugenia y Liz a quien le robo la expresión, pero volteando a ver mi reloj me doy cuenta que falta poco para otro encuentro ya programado…continuará.
“Lo indecible no debe quedar en el silencio”
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.
Más de 150 opiniones a través de 100 columnistas te esperan por menos de un libro al mes.
Comments ()